1.Ruth Prieto: ¿Quién es Jorge Sad Levi y qué característica lo define mejor?
Jorge Sad Levi: ¡Qué difícil! Desciendo de una madre judía cuyos padres venían de Turquía y un padre católico descendiente de árabes del Líbano, cosa que no era demasiado rara en la Buenos Aires de los años 30. La unión de los opuestos en mi caso no es solo un ideal alquímico. Es mi vida cotidiana. Me encuentro en estado de averiguación y la música es mi forma de averiguar.
Comprendí tardíamente mi identidad judía y esa identidad en construcción no es otra cosa que una posición de escucha, una forma de preguntar, una entonación que siempre me guió como un hilo invisible. Creo que la vocación tiene que ver con eso, con la escucha. Escucha de una llamada, de un timbre, de algo que pugna por transformarse en sonido, pero que todavía no lo es. Y esa escucha es una forma de la interrogación. De hecho, los signos de interrogación tienen forma de oreja. Me imagino que no soy el único en advertirlo.
2. R.P.: ¿Cuál es su ADN como compositor?
Jorge Sad Levi: Creo que la influencia de Juan Carlos Paz, a quien no conocí pero admiré muchísimo desde que un compañero de la escuela secundaria nos invitó a su casa y con 15 años, nos hizo escuchar al piano las Variaciones Jazzísticas de J.C. Paz. A los tres rockeros que éramos, nos dejó boquiabiertos. Luego conocí su Introducción a la música de nuestro tiempo y me quedó claro que sus posiciones anti-identitarias, antifolklóricas, vanguardistas, tenían muchísimo que ver con mi visión de la música. Era un estructuralista sin saberlo.
Una clase de gramática histórica con una profesora inolvidable, Marta Quinteros, que nos hablaba de Bertil Malmberg y de fonética me lo terminó de confirmar. Me interesé mucho por la semiótica desde joven.
Paralelamente escuchaba el rock de los años 70, desde The Beatles en sus carreras solistas a Gentle Giant, Yes, etc, por lo que cuando comencé a componer electroacústica, alrededor de los 24 años mis referencias estaban con un pie en Davidovsky y el otro en Led Zeppelin. Así ha sido siempre hasta ahora.
3. R.P.: ¿Qué le inspira como compositor y por qué?
Jorge Sad Levi: Me inspiran las madrugadas, la lejanía, los viajes, la literatura de Artaud, Aragon, Breton, la pintura de Franz Marc, Godard, Bachelard, Giacomo Balla, Jean Molino, Nattiez, Tapiès, Macedonio Fernandez. Las charlas que he tenido en distintos momentos de mi vida con Beatriz Ferreyra, Marcelo Moguilevsky, Carmelo Saitta, Daniel Teruggi, Francis Dhomont, me formaron mucho más que las instituciones.
Mis mejores amigos artistas son escritores, con ellos puedo dialogar de manera infinita sobre todo y nada. También esas charlas son siempre el comienzo de algo.
4. R.P.: ¿Cuáles son sus raíces musicales (reales o imaginarias)?
Jorge Sad Levi: Mi juventud ocurrió en la sangrienta dictadura militar que asoló Argentina entre el 76 y el 83. Muchas personas de clase media baja, como mis padres, la apoyaban por lo cual, la vida cotidiana era muy densa. Los jóvenes nos encerrábamos y uno de los pocos refugios que teníamos era la música, que parecía no levantar demasiadas sospechas en los genocidas, aunque hubo muchos desaparecidos músicos.
De hecho, gracias a la música, me salvé de recibir una golpiza en una comisaría. Luego de un concierto de John McLaughlin nos llevaron presos, pero por llevar en mi morral las Sonatas de Beethoven. Los policías dijeron: “déjalo, es un pelotudo”.
Era la época en que Yes citaba el comienzo de la Consagración de la Primavera y que en lugar de aprender lo que es una fuga con Bach lo aprendíamos con Gentle Giant. El paso entre el rock y la música contemporánea culta se operaba con facilidad.
En esos años, el Service de Prête de la Embajada Francesa y el Instituto Goethe prestaban sus discos y libros. Allí conocimos a todos los grandes compositores franceses y alemanes del siglo XX, pero también a los compositores argentinos que eran incluidos en publicaciones europeas, como Kagel y Roqué Alsina entre otros.
Toda esa mezcla combinada con el rock de los 70 fue sin duda el piso del cual parto. Un piso anárquico y discontinuo. No participamos del bienestar pero tampoco del malestar de la cultura europea, por lo cual, muchas veces, nos apropiamos de manera irreverente y descontextualizada de ciertos objetos.
"Alguien definió a los argentinos como europeos en el exilio. Extranjeros a nosotros mismos, como decía Kristeva. Nuestras raíces están en el futuro".
5. R.P.: En este "inventario" personal que todos tenemos de ruidos, sonidos, música y canciones, ¿qué nos puede contar sobre su paisaje sonoro?
Jorge Sad Levi: Vivo en las afueras de Buenos Aires con un jardín espacioso en el que aparecen todo tipo de personajes sonoros, insectos y pájaros, a los que de alguna manera siempre me las arreglo para que aparezcan enmascarados en mi música electroacústica.
Las voces de Alina, mi mujer y las voces de mis hijas Maia y Bianca son de las mayores referencias auditivas de mi vida. El intervalo que crean las risas simultáneas de mis hijas por ejemplo es una de las fusiones más bellas que he escuchado.
6. R.P.: ¿Cómo suena el silencio?
Jorge Sad Levi: Un semiólogo argentino llamado Oscar Steinberg sostiene que la vanguardia tiene tres momentos: el ingenuo, el refinado y el cínico.
Hay un misticismo en la música contemporánea actual un poco irritante para mí alrededor del silencio, que lo relaciono con ese último momento de la vanguardia que cito arriba, el momento cínico, el de la mistificación y la fetichización de objetos culturales que otrora tuvieron vida propia.
El silencio que importa para mí es aquel que produce aquello de lo que no es posible hablar, lo inefable. No es una decisión humana no hablar de eso. Es una imposibilidad.
No producimos el silencio. Solo nos callamos, que no es lo mismo.
Las obras que hacen un uso sistemático del silencio, por supuesto no me refiero a las obras maestras de Webern, Cage o Feldman sino a las producidas por epígonos menores, me propulsan a una cierta tirria.
Me recuerdan la frase de Adorno que llama a
"rebelarse contra toda forma de opresión incluso aquella que se ejerce en nombre de principio espiritual."
Hay mucho silencio antes y después de nuestra existencia. Yo amo los sonidos y me hacen sentir siempre en compañía. El silencio es condición de la música pero creo que hipostasiarlo en material musical me da una especie de budismo para ejecutivos muy lejos de mi sensibilidad
Creo por el contrario, en un uso del tiempo respetuoso de la temporalidad del otro. El otro me presta oídos, no me los regala, no puedo disponer de ellos a mi antojo.
Solo ocuparía una cantidad de tiempo enorme si tuviera una certeza absoluta de lo importante que es para la humanidad lo que tengo para decir. Solo así. Por ahora, no tengo nada de ese calibre.
7. R.P.: ¿Tiene un compositor/compositora de referencia o alguien que le causó una impresión especial como artista?
Jorge Sad Levi: Mi ex profesora en la Universidad de Montreal Marcelle Deschênes, quien me ayudó muchísimo a encontrar mi camino.
8. R.P.: Tiene algún compositor/compositora clave en la escena musical contemporánea?
Jorge Sad Levi: Creo que Heiner Goebbels y Bernhard Lang van por una senda que me parece apasionante. También algunos compositores con los que he tenido contacto en su etapa formativa como Santiago Diez Fischer y Damián Gorandi cuyas músicas me llaman a cuestionarme constantemente dónde estoy parado.
9. R.P.: ¿Algún consejo, sugerencia, descubrimiento?
Jorge Sad Levi: El descubrimiento es que solucionar problemas prácticos en la casa es también componer. Encontrar el sonido para que una frase llegue a mis hijas adolescentes y que escuchen sin rebelarse es un arte difícil.
Olvidar la pregunta sobre quiénes somos y estar disponible, es otro arte al borde de lo imposible. El amor es más importante que la música.
10. R.P.: ¿Puede definir contemporáneo?
Jorge Sad Levi: Se supone que la contemporaneidad es la condición por la cual dos o más cosas coexisten en un determinado segmento de tiempo.
Y desde el comienzo de la fonografía en el siglo XIX lo que tenemos los humanos como paisaje, es la coexistencia de todo el pasado con el presente de una manera que nunca antes ocurrió.
De hecho, vivimos en un presente en el que toda la geografía del mundo y todas las épocas del mundo coexisten. Escribí un artículo sobre esto en
Sul Ponticello donde hablaba sobre la contemporaneidad musical, concebida como un móvil en el que se privilegia el eje de la sincronicidad por sobre el eje diacrónico/histórico, tal vez sea un fenómeno que aparece con la institución de la escritura del sonido en tanto ampliación de la escritura musical, actualizando la disponibilidad total de géneros, períodos, culturas sonoras alejadas geográfica y temporalmente en la inmediatez del parlante, hecho enunciado y tematizado por el –nunca tomado demasiado en serio en ámbitos académicos- Marshall Mac Luhann. Tal vez en este sentido global pensaba Stockhausen cuando declara, luego de su arribo a Japón «[…] I wanted to come closer to an old dream – going one definite step further in the direction of writing not ‘my’ music, but a music of the whole world, of all countries and races».
Concibo la contemporaneidad como móvil, en tanto coexistencia de tendencias artísticas irreductibles sin primar unas sobre otras. La situación fue anunciada proféticamente por Leonard Meyer en
Music the arts and ideas de 1967.
11. R.P.: ¿Y de qué manera es contemporáneo Jorge?
Jorge Sad Levi: Me encanta la definición de Giorgio Agamben en ¿Qué es lo contemporáneo?
"ser contemporáneos es ante todo, una cuestión de coraje: porque significa no solo ser capaces de mantener la mirada fija en la oscuridad de la época sino también de percibir en esa oscuridad una luz que, dirigida hacia nosotros, se nos aleja infinitamente. Es decir, una vez más: ser puntuales a una cita a la que es solo posible faltar"
Al igual que con el tema del silencio, la contemporaneidad como tal no me parece un mérito. De hecho, pienso en la vejez de ciertas músicas instrumentales que juegan constantemente con una supuesta singularidad sonora, dinámicas al borde de la nada, técnicas extendidas cuyo resultado sonoro es nulo y me dan muchas ganas de salir corriendo del concierto.
Mi generación creció con obras grandes, Kontakte, Le marteau sans Maître, las obras de Maderna, de Nono, de Kagel y cuando escucho a estos jóvenes con espíritu de epígonos, sin rebeldía alguna, me pregunto justamente esto. ¿Qué es lo contemporáneo?. ¿Y qué es ser contemporáneo?. Creo que la propia vitalidad es la medida. Y mi actitud está más cerca del rompan todo que en algún momento sostenía un músico argentino genial, Billy Bond que de ciertas estéticas actuales.
12. R.P.: ¿Cuál es su principal obsesión cuando trabaja sobre una nueva obra?
Jorge Sad Levi: Encontrar aquello que se repite en mi gesto escritural a pesar de la heterogeneidad de las instancias en que se manifiesta. La unidad a la que aspiro por la recurrencia de una pulsión interna. La aparición de un otro que es también yo mismo. La continuidad por saturación del gesto.
13. R.P.: ¿Cómo es armar un nuevo trabajo, podría describir su proceso creativo?
Jorge Sad Levi: Es muy largo y paso por muchas etapas de constante producción de estudios previos.
Por eso, cada pieza mía es un proceso de descarte de una cantidad de piezas que las anteceden. O que se integran de una nueva manera en un ciclo. Por eso, mi última obra lleva por título
Esquisse o phrenia.
En acusmática también rehago constantemente ciertas obras.
Un gesto de escritura aislado no es nada, cuando veo que durante un año escribí gestos similares y que además cada uno parece una variación del otro… es ahí cuando encuentro el sentido.
"No parto de planes previos, los descubro".
14. R.P.: ¿Cómo ve la escena musical contemporánea de hoy?
Jorge Sad Levi: Estando en Argentina es muy difícil saber lo que pasa en Europa, pero puedo responderte por donde vivo.
Buenos Aires pre pandemia tenía una cantidad de conciertos muy alta, es una ciudad muy activa, sin embargo, los dispositivos de interpretación de esas músicas, o lo que Lachenmann llamaba en sus años mozos "el aparato musical" son profundamente reaccionarios.
El tercer mundo en su más profundo esplendor. Kagel escribió en 1966 "Pendant la nuit je pense en Argentine". Poco ha cambiado en lo que respecta a la música desde ese artículo.
En ese escenario se destacan compositores cuyas estéticas son muy diferentes entre sí pero que tienen en común una cierta relación con la creación y transmisión oral, una cierta relación con la escucha y con la autenticidad y que están muy por encima de ese panorama desolador que describo. Pienso en Oscar Edelstein, en Alejandro Iglesias Rossi, en Marcelo Moguilevsky, en Gabriel Valverde.
Jóvenes brillantes que han emigrado, compositores que no son amigos de los organizadores programadores no tienen el más mínimo lugar. Pienso en grandes compositores como Moguillansky, Nillni, Campana, Mandolini, Viñao, Teruggi, Beatriz Ferreyra y muchos otros y otras.
En 2018 hice un Ciclo, en colaboración con Marcelo Moguilevsky, en el Fondo Nacional de las Artes, celebrando sus 60 años en el que justamente intenté reparar ese agujero en las políticas culturales. Pero así como apareció, desapareció. Y Nuevas Músicas por la Memoria otro tanto. Sin embargo, el establishment va a hacia otro lado.
Como los banqueros que aportan a su Fundación, creada en la dictadura militar, el Teatro Colón y sus funcionarios impulsan el concepto de un país sin memoria, como en los cuatro años del gobierno del mismo partido que gobierna la ciudad.
15. R.P.: Tenemos la idea, probablemente muy antigua, de lo que es un concierto: gente tocando y gente escuchando. ¿Cómo se imagina los “conciertos” en el siglo XXI?
Jorge Sad Levi: Bueno, no los imagino. Ocurren los streaming casi todos los días a causa de la pandemia. Creo que los puntos de encuentro masivo van a desaparecer por un tiempo así que me dispongo a aceptar nuevas formas, por ejemplo transmisiones multicanal en streaming, aumento de la velocidad de transmisión que permita formar hologramas en casa, etc.
16. R.P.: Cuando hablamos de música contemporánea, se habla muchas veces de desencuentro con el público ¿cuándo se produce ese desencuentro y por qué?
Jorge Sad Levi: Creo que la escucha de la música actual tiene mucho que ver con los movimientos que haga esta música para llegar al otro. En los años 80 cuando empecé, Francisco Kröpfl, el gran impulsor de la electroacústica en Argentina organizaba junto con Siemens un ciclo de conciertos electroacústicos a los que concurrían punks, jóvenes de todas las tribus, y también músicos que hacían música instrumental.
Como decía mi maestra Marcelle Deschênes, somos nosotros quienes tenemos que ir a buscar al otro.
Entre 2011 y 2017 fundé y dirigí el Festival llamado Nuevas Músicas por la Memoria que se realizaba en un Ex Centro Clandestino de Detención, la EX-ESMA en el Espacio Cultural Nuestros Hijos, de las Madres de Plaza de Mayo, ECUNHI. Era conmovedor ver cómo la gente que se veía claramente provenir de orígenes humildes no universitarios, trabajadores, comprendían bajo el fondo de ese espacio aterrador, recuperado para la democracia, la significación profunda de las obras que se presentaban. Hicimos más de 100 obras; se presentaron más de 100 solistas y ensambles, el Festival se promocionaba en la Televisión Pública.
Creo que hay maneras de enlazar con el público, pero para eso hay que poner los pies en el barro. Salir de la cámara protectora de la burguesía.
17. R.P.: ¿Cuál ha sido su mayor extravagancia?
Jorge Sad Levi: Organizar este Festival en el que juntaba música contemporánea y derechos humanos. Mis conciertos aquí los produzco integralmente con fondos de la beca vitalicia que otorga la Ciudad de Buenos Aires, un premio que he tenido la suerte de ganar hace ya bastantes años. Y eso me garantiza una cierta independencia para buscar la música que está en mis sueños, por ejemplo Amusia, una ópera de cámara que se hizo más de diez veces con un ensamble de 8 músicos, basada en un libro del psiquiatra y escritor José Ingenieros.
"La independencia puede ser extravagante".
18. R.P.: ¿Qué te gustaría hacer como compositor que aún no le han pedido?
Jorge Sad Levi: Una ópera con títeres. Un relato con Música electroacústica para niños.
19. R.P.: ¿En qué está trabajando ahora?
Jorge Sad Levi: Trabajo en una obra para ocho canales,
Lo nuevo es la presencia resplandeciente del pasado y un ciclo de piezas para flauta y electrónica en vivo para la flautista Andrea Escobar.
20. R.P.:¿Cuáles son sus próximos proyectos?
Jorge Sad Levi: Una ópera sobre los últimos cuatro años del régimen que asoló Argentina que se llamará, Nuestras vidas bajo los idiotas. Sobre la represión, la persecución que hemos sufrido entre 2016 y 2019.
La fotografía de Jorge es de Paula Ribas y ha sido facilitada amablemente por el compositor para esta entrevista.
Más información en el perfil del compositor en nuestra web
ECH-Jorge Sad Levi
©Ruth Prieto. Junio 2020