Ruth Prieto, para El Compositor Habla, entrevista al autor, creador y gestor Gustavo Ott, Febrero del 2010
Gustavo versus Ott
Ruth Prieto: Este espacio se llama: El compositor habla, pero ¿qué tiene que ver un compositor que habla con un autor teatral venezolano?…….y a propósito ¿Le gusta a usted la música?
Gustavo Ott: Creo que dedico más tiempo a la música que al teatro. También voy más a conciertos que a obras teatrales y mis enemigos dicen que sé más de música que de teatro. Mis amigos piensan lo mismo, pero creen que les conviene no decírmelo.
Ruth: He leído en su biografía que además de autor es periodista, ¿los autores conviven bien con los periodistas? ¿Y con los que escriben la columna de crítica teatral también?
Gustavo: El teatro es hoy más arte que entretenimiento y más un medio de comunicación social alternativo que diversión. Cuando escribo hago periodismo con el teatro, utilizo las técnicas de la entrevista, el reportaje, hago denuncia. En el Teatro San Martín hemos desarrollado un proyecto que llamamos BURGUESES y que parte de entrevistas con la comunidad para hacer un espectáculo sobre la esperanza y la lucha de clases. Y es que el pensamiento más relevante sobre el teatro de hoy se encuentra en la crítica literaria, la poesía y la teoría de la comunicación.
Ruth: También he leído que es fundador del Teatro San Martín de Caracas: ¿esto es porque hace falta autores en la gestión, hacen falta gestores, o escribir teatro se lleva bien con la gestión de un espacio teatral?
Gustavo: Me gusta la gestión. Tengo principios básicos de administración, aprendidos de mi madre, que con no gastar más de lo que ganaba, hacía de todo. Aprendí a pedir, a no endeudarme y hasta a escribir mejor, gracias a la gestión del teatro. Cuando haces gerencia –y estás al frente de instituciones culturales- el sentido de responsabilidad se agudiza, influye en tu obra, y la hace más relevante. Y es que hoy, sin responsabilidad, no vale la pena escribir.
Ruth: ¿Qué tiene de musical el Teatro, hay alguna esperanza entre el idilio música y teatro?
Gustavo: He hecho musicales, particularmente en los EEUU. “Momia en el Closet” se estrenó el año pasado en Washington. De mi pasión adolescente por la opera, la música alternativa (en especial los compositores chinos actuales) y el rock sinfónico, el paso al musical se me dio con facilidad. En algunas de mis piezas, como “Dos Amores y un Bicho”, las escenas van paralelas a sonatas particulares de Beethoven. Mi primera novela fue compuesta como un bolero. Música y Teatro tienen varias cuentas pendientes en este siglo nuevo; de hecho, creo que la supervivencia de una dependerá de la otra.
Ruth: ¿Le interesan los musicales tan de moda ahora mismo?
Gustavo: Mucho. Estoy trabajando en uno en este mismo momento . Además, mi pieza, SEÑORITA Y MADAME, una historia sobre el tema del odio y la admiración del siglo XX a través de la rivalidad entre Helena Rubinstein y Elizabeth Arden, será convertida en musical. Como teatro se estrena en Marzo en el Teatro San Martín de Caracas.
Ruth: De Guillermo Heras me han dicho que es el perro más viejo del teatro español. ¿Usted con qué animal se identifica?
Gustavo: Yo sería el gato. Pero como mi gato “Sombra”, que ladra y gruñe al que toca la puerta. De verdad.
Ruth: En España el teatro está en crisis desde hace décadas, ¿qué tal andan de crisis por Venezuela?
Gustavo: Las crisis perversas visibles están en las instituciones, políticas públicas y en definitiva, los productores. Pero la crisis positiva es la del espectador que ya no pide entretenimiento, que ya no le interesa evadirse. Ese espectador que donde antes pidió Efecto, hoy demanda Sentido. Y busca un creador, también en crisis pero en ofensiva, que entienda que la belleza es, fundamentalmente, ética de combate, resistencia hasta la muerte y denuncia desesperada. Sin embargo, hay otra crisis íntima que nos paraliza y que creo está en la reflexión general del teatro, que en muchos casos se aproxima más al pensamiento dominante del siglo pasado que a los problemas de la utopía, la revuelta y la intensidad del disgusto del nuevo tiempo. A veces, nuestro teatro -de temporadas y hasta de Festivales- parece estar, frente al Cine, las Artes Plásticas y hasta mucha televisión actual, en la Derecha política más reaccionaria. Nuestros temas sexuales, individuales y divertidos siguen hablándole a un espectador noventesco del siglo XX , a un público light que tampoco le importa tanto ir al teatro, la verdad. Va porque puede hacerlo, pero si no hay teatro tampoco le quita el sueño. En ese sentido, la crisis más grave está en esos creadores que se desviven por complacer, de manera humillante, al espectador fascista-cotidiano del siglo pasado.
Ruth: ¿Cuál podría ser un buen tema para una obra de Teatro musical?
Gustavo: Bolívar.
Ruth: Mis alumnos dicen que el teatro es un rollo para viejos. ¿Qué hay que hacer para conectar con la gente joven, e interesar a los jóvenes de la tele, la play y la nintendo por la literatura, la música y el teatro?
Gustavo: Hay que impactarlos sin educarlos. Seducirlos, sin sermones moralistas que, por lo demás, la sociedad igual tira al retrete. El año pasado hicimos en San Martín una pieza sobre Internet, “CHAT”, que partía de las ideas que tienen los jóvenes sobre el tema del protagonismo. Así, recuperamos al público joven para nuestro teatro con las formas y temas que él maneja a diario: la poesía, la rebelión, la utopía, la revuelta y la intensidad del disgusto. «CHAT” habla al joven que busca en Internet un sentido social y suicida a la comunicación; la posibilidad de ser otro, acaso peor, porque le divierte y entretiene. Convergen allí el inconsciente y el perverso colectivo. Si la idea es tener el mundo en sus manos, también el joven sabe que está en las manos del mundo. Y es que, finalmente, el joven busca una sola cosa: Belleza. Una Belleza que ya no es pura. Que esconde un “por qué”. Y más rotundamente: un “para qué”. La Belleza nueva, la Belleza hoy, es comprometida. El joven busca vivir una experiencia que le dé sentido a sus vidas. El teatro puede hacerlo; depende sólo de una decisión.
Ruth: ¿Perdió algo por el camino?
Gustavo: Una idea que dejé en una carpeta en una estación de tren. Si la ves, avísame. Pero ten cuidado, porque anda armada y es peligrosa.
Ruth: ¿Qué aportan las artes escénicas a la educación?
Gustavo: El teatro no puede sino aportar una crítica demoledora al sistema educativo. La educación, tal y como la conocemos, es tan obsoleta como las instituciones e individuos que la sostienen. Debemos intentar acompañar al público, ya más pueblo, en su búsqueda de Sentido. Porque nunca antes, como en este inicio del siglo XXI, coincidieron todos los momentos y lugares del imaginario paranoico colectivo global. El teatro no solventa problemas, ES el problema. Lo agudiza, lo muestra, acorrala a la gente con el problema. Y esa es su virtud. Pone el dedo en las llagas del problema y también en las cicatrices de la solución. Por eso impacta. La educación tiene tiempo que no entusiasma. Y no le dice otra cosa al joven, que no sea prepararse para ganar dinero o tener poder y ser un digno miserable.
Ruth: ¿Alguna vez le ha tentado escribir el libreto de una ópera?
Gustavo: Sí, ya lo hice. ¡Busco músico!
Ruth: ¿Qué característica le define mejor?
Gustavo: Soy el tipo más aburrido sobre la tierra.
Ruth: ¿Qué le movió a dedicarse a esto de ser autor teatral?
Gustavo: No tener oído musical. Como todos, si hubiera tenido oído, estaría haciendo música.
Ruth: ¿Cuál ha sido la última alegría que le ha dado la música?, y ¿el último disgusto?
Gustavo: La ultima alegría: descubrir la música de Wang Wen. Disgusto : el último disco de U2
Ruth: Con la qué ha liado el Maestro Abreu con las orquestas de jóvenes en Venezuela, ¿no necesitaríamos un Maestro Abreu para el teatro y la Literatura?
Gustavo: Para las instituciones y programas políticos, la música es inofensiva y tiene, en estos programas, una función social. En cambio, en el teatro, decimos cosas. La música no combate cuerpo a cuerpo con el poder; nosotros sí. Hace poco un general Colombiano realizó un informe sobre los peligros subversivos del teatro en ese país. Decía: “el teatro está en todas partes, en todas las comunidades, y habla con la gente de manera directa. Y lo que es más grave; habla de la realidad como es, dando la percepción de que no es una representación de la realidad, sino la realidad misma….” Claro, lo comparaba con la televisión, tan complaciente con la alienación. Su preocupación es acertada: El movimiento antiglobalización nació con el teatro austriaco; las torturas en Guantánamo fueron presentadas por vez primera en los escenarios Ingleses; la fusión entre realidad y realidad virtual dio su primer aviso en el teatro chino de Cao Fei.
Ruth: En un mundo que se muere de tristeza, ¿es fácil esto de hacer teatro?
Gustavo: Hay más tristeza, pero también hay menos reglas, menos ataduras, ya no nos ponemos las camisas de fuerza de la academia, las escuelas o los estilos. El canon ya no existe y, con Internet, ya no tenemos otra misión que no sea la obra de arte. Prefiero que el mundo se muera en el combate que en la tristeza, porque creo que hemos regresado a la idea Lacaniana sobre la realidad: si lo real existe, parte del horror. La angustia, que era individual (el personaje) y entretenida (contar la historia) ya no es suficiente. Surgen y siguen apareciendo en todo el planeta dudas monumentales, catastróficas, dudas que ponen en peligro la vida misma. Nuestro delirio es una provocación. En vez de cuestionarnos ¿para qué vivir? de pronto surge un dilema más colosal: ¿Por qué estamos muriendo? ¿Es el futuro posible? ¿Es probable? Finalmente, nuestra pregunta crucial: ¿Qué coño han hecho con mi utopía? Nunca tantos hombres cuestionaron el estatus quo como lo hacen ahora, en todo el planeta. ¿Es esta una duda o más bien una furia, como la de quien está a punto de sacar un arma, de incendiar una casa, de mandarlo todo al infierno? ¿Está el tema de la Utopía en el centro real de la intensidad de nuestro disgusto?
Ruth: ¿Qué le da fuerza para superar las dificultades de una profesión tan exigente?
Gustavo: La obra que estoy escribiendo en este momento, que no sé qué es.
Ruth: ¿Qué le irrita especialmente del teatro?
Gustavo: Como director de escena me molesta la repetición, especialmente cuando no es creativa. Me refiero a ese momento no creativo cuando todos nos hemos puesto de acuerdo en ser máquinas. Como autor, los talleres. Me hastían las escuelas, los estilos y los maestros. Como gestor no soporto el funcionario diario que tengo que torear y que no tiene ni un plan para decir que no.
Ruth: ¿Ha tenido alguna vez problemas de censura?
Gustavo: En Marruecos tuvimos un incidente con la “policía de Dios”, así se llaman, un grupo de gente que custodia los mensajes. Curiosamente, no les gustó que habláramos de Homosexualidad, siendo esa una sociedad que margina a las mujeres e idealiza el contacto entre hombres. Pero luego supe que en las dictaduras islámicas toda propuesta de tipo sexual tienen un contenido político.
Ruth: Una virtud de Gustavo...
Gustavo: Escribo muy rápido.
Ruth: Un defecto del Señor Ott
Gustavo: Siempre estoy en contra.
Ruth: Liberté, égalité, fraternité... ¿Añadiría algo?
Gustavo: intelligence et imagination. Lo estúpido es inaceptable, aunque sea libre, justo y fraterno.
Ruth: ¿A quién rescataría del pasado?
Gustavo: Un amigo, Harold Pinter
Ruth: ¿Qué tiene el presente de interesante?
Gustavo: Que estamos comenzando un Renacimiento. Y que, como cree Villoró, “la noción de autor surge de la idea de que hay un responsable”. Creo que ahora, quizás sea posible crear sin compromiso, pero no sin Responsabilidad.
Ruth: ¿Qué espera del futuro?
Gustavo: El fin de los gobiernos y sus excusas, las naciones. La derrota del capital a manos de la Utopía. Que los índices económicos reflejen la humillación y el grito de las víctimas. Que los extraterrestres acaben con el guiso que las religiones tienen con Dios. El reconocimiento de que las Instituciones Educativas son realmente casinos que viven de la esperanza asesinada de la gente. La debacle del pensamiento elemental y, en especial, que la sociedad deje de premiar a los perversos. Y que en las mañanas del futuro, antes de desayunar, digamos una sola oración: ¿Cuándo me toca a mí? ¿Cómo es que el primer turno ha sido siempre para los culpables?.
Ruth: ¿Tiene algún sueño sin cumplir?
Gustavo: Escribir para la televisión una serie como The Riches, Lost, Mad Men o Los Sopranos
Ruth: ¿Le interesa Internet y las nuevas tecnologías?
Gustavo: Muchísimo. Es tema de mis piezas más actuales. Internet ha permitido, además, que los autores nos despojemos de la dictadura de los editores y la promoción a través de los medios de comunicación de masas. De hecho, Internet está derrotando a la tele: 60 % de los jóvenes en EEUU ya no ven la tele, sino que pasan su tiempo libre en la Red.
Ruth: ¿A qué compositor (o músico) invitaría a comer a casa?
Gustavo: A Michael Giacchino y claro, Leonard Cohen y Joaquín Sabina, marihuana y ron.
Ruth: ¿Con qué personaje del teatro se sentaría a charlar horas y horas?
Gustavo: Bertold Brecht, sin marihuana ni ron, pero rodeados de actrices.
Ruth: ¿Alguna manía a la hora de escribir?
Gustavo: Poner la música a todo volumen, junto a la tele y en la radio un juego de Baseball. Y todo al mismo tiempo.
Ruth: De sus contemporáneos: ¿Aguantarán todos, el paso del tiempo?
Gustavo: Todos. Mis contemporáneos y los que vienen detrás. Este Renacimiento nos necesita a todos. Y ni siquiera somos suficientes.
Ruth: Una película
Gustavo: “Dogville” de Lars von Trier.
Ruth: Un libro indispensable...
Gustavo: “Desgracia”, de Coetzee
Ruth: Una canción que le alegre un mal día
Gustavo: «The Traitor» de Leonard Cohen y «Misteries» de Beth Gibbons.
Ruth: Un personaje de teatro...
Gustavo: De una obra mía, pero un personaje real: Jesús Soto, en “120 Vidas x Minuto”. Porque es él y soy yo.
Ruth: ¿Qué es el silencio en teatro?
Gustavo: El lugar donde converge el rencor
Ruth: Una obra maestra de la historia de la música...
Gustavo: El concierto para violín de Beethoven, segundo movimiento.
Ruth: ¿Qué no le han propuesto todavía hacer en teatro y que le gustaría que alguien le proponga??
Gustavo: Un musical sobre internet, con estética YouTube.
Ruth: ¿Qué diría Gustavo Ott de Gustavo Ott?
Gustavo: Deja de hacer entrevistas y ponte a trabajar, ¡vago!