“Por donde quiera que fui
la razón atropellé,
la virtud escarnecí,
a la justicia burlé
y a las mujeres vendí.
Yo a las cabañas bajé
yo a los palacios subí,
yo los claustros escalé,
y en todas partes dejé
memoria amarga de mí”.
Firmado, Don Juan Tenorio.
¿Puede haber un retrato más fiel y certero de un libertino sin escrúpulos que este que pintó con sabia mano José Zorrilla en 1844?
La obra, una de las cumbres literarias en lengua española, da forma a un mito universal que ya hundía sus raíces en
El burlador de Sevilla de Tirso de Molina, escrita un par de siglos antes que esta. Poco tardó el dramaturgo Zorrilla en dar cuerpo a la obra, apenas 21 días. Una mala noche pasada en vela le dio los mimbres.
Sin embargo, el compositor Tomás Marco (Madrid, 1942) se demoró un tanto más y la escribió entre 2008 y 2009. Su
Tenorio, que bebe de burladores universales, llega por primera vez al Teatro Real en versión escenificada después de haberse escuchado la orquestal en julio de 2017 en el Auditorio de San Lorenzo de El Escorial y un año después en el Teatro Maestranza de Sevilla, también sin escena. Habrá cuatro funciones los días 13, 15, 17 y 19 de mayo. Estreno absoluto, pues.
El equipo ha estado trabajando duro en la sala SEPE (la Sala de Ensayo de Puesta en Escena) de la octava planta del coliseo. Los ensayos se han dividido entre la mañana y la tarde. Y en uno de ellos estuvimos.
La sala, de dimensiones similares al escenario del teatro, es un hervidero de cantantes que van y vienen,
“... en este ir y venir del carajo”, que diría el Florentino Ariza de
El amor en los tiempos del cólera de García Márquez.
“Dejad los focos fuera. No toquéis ningún objeto”, se oye. Agrupación Señor Serrano firma la puesta en escena de su primera ópera.
Son Álex Serrano, Pau Palacios, Bárbara Bloin, David Muñiz y Paula S. Viteri. La compañía se fundó en Barcelona en 2006 y centra su investigación artística en el uso de recursos audiovisuales aplicados a la escena.
“El 80 por ciento del texto es de Zorrilla, digamos que es el cuerpo. Pero lo que nosotros nos planteábamos era cómo se podía hacerlo hoy y cómo se puede justificar este tipo de masculinidad. ¿Sigue siendo un mito del amor? ¿Desde qué punto de vista está narrada la relación entre don Juan y doña Inés? ¿Reaccionaría Doña Inés de la misma manera hoy ante el seductor? Y hallamos la respuesta: entrando en la ficción. Es decir, creando un plató donde se está rodando una versión del Tenorio, con unos actores que interpretan sus papeles y que nada tienen que ver con los personajes. Por ejemplo, el comendador es el director; Doña Ana es la jefa de vestuario y Lucía, la de caracterización. ¿En qué grado de ficción viven y sienten? Todos tienen claro que no son el personaje que representan, a excepción de Don Luis, que confunde realidad y ficción”, cuenta Álex Serrano, al tiempo que revisa los bodegones de la escena que conforman el
catering, el rincón de maquillaje y la sala de vestuario.
La escena es todo. Por la cara vista, apetecibles frutas, bebidas energéticas, bandejas con pasteles. Por el lado oculto al público, auténticos bodegones barrocos con frascos y botellas de cristal, naturalezas muertas con alguna calavera (mujeriego, crápula…, donjuán, en definitiva).
Vanitas en estado puro.
“Trabajamos con dos dramaturgias, una audiovisual y otra escénica, que están imbricadas”, apostilla.
Pau Palacios subraya que era fundamental
“hacerlo sin caer en el actualismo. Es un personaje complejo que, manteniendo esa idea de fondo del que no tiene ninguna responsabilidad emotiva, había que trasladarlo a hoy, no desde el rechazo o la antipatía, sino tratando de entender que haya quienes no ven más allá de su deseo y voluntad, sin tener en cuenta al otro”.
Se cubre la escena con una pantalla de 20 metros de croma y ahí, a tiempo real, se acercan detalles concretos:
“Las cámaras van mostrando todo ese microcosmos que conforma el universo de los personajes con el objetivo de mostrar otras perspectivas y proponer lecturas alternativas a lo que el ojo del espectador ve. Y funciona con la precisión de un reloj, al milímetro; de otra manera sería imposible trabajar”.
Y Álex Serrano, dentro de ese tráfago habitual, pasa el testigo al director musical para centrarse en que la máquina funcione a la perfección. Santiago Serrate dirigió esta ópera de cámara en su estreno en 2017. Este director de orquesta nacido en Sabadell es, además, graduado en piano, contrabajo y composición. Dirige habitualmente tanto en España como en Portugal, Italia, Alemania, Grecia, China y México y acumula más de 120 estrenos mundiales y 40 nacionales.
“Tenorio suena muy bien”, dice el maestro e insiste en
“el esfuerzo que ha supuesto trasladar los versos de Zorrilla a la partitura. Está llena de melodías, no es un lenguaje expresionista. Hay incluso arias y momentos superlíricos y melodías muy conseguidas. Posee una estructura muy mozartiana de tempos, lo que le imprime agilidad y unidad. Los ritmos tienen su base en esos compases barrocos de las jácaras o los minuetos. Y aunque no suene como un dramma giocoso sí posee su espíritu. La melodía tiene el don de ser muy humana y muy basada en la conversación, en la música que hacemos cuando hablamos, y en ese sentido va a ser fácil conectar con Tenorio”.
Y añade que
“abundan ciertos leitmotiv que identifican a los personajes. Por ejemplo, el uso del tritono del diabolus in musica para el personaje de Don Juan, que es el centro. Además, el coro de madrigalistas comenta la acción, lo que está sucediendo, pero representando a personajes colectivos, a arquetipos dentro de esa imagen colectiva. Sin duda, el papel principal y el que más peso tiene y llena la acción es el de Don Juan, junto con los de Doña Inés y Don Luis. Es un reparto excepcional”, concluye.
Esta ópera, compuesta por siete escenas y cinco intermedios instrumentales enmarcados por un preludio, un prólogo y un epílogo, ha acompañado a Serrate desde sus inicios, pues estrenó la ópera y posteriormente grabó la versión discográfica. Cuenta que fue un encargo del maestro Frühbeck de Burgos, fundador del Estío Musical Burgalés, en 2008 para que se estrenara en el Teatro Principal. Pero sobrevino la crisis y apenas se pudo escuchar una suite, formada por tres escenas.
“Desde 2009 nos hemos estado moviendo para poder estrenarla, aunque pienso que quizá nos haya acompañado la maldición de Don Juan. Sin embargo, el Proyecto Leonardo, de becas del BBVA, al que me presenté, supuso un empujón, pues obtuve la beca de Música y Ópera y pude grabar Tenorio. Se estrenó en julio de 2017 en versión de concierto y se repitió un año después en Sevilla. Estaba inédita en escena hasta ahora”. El director estará al frente de los seis solistas de la ópera -Joan Martín-Royo (Tenorio), Juan Francisco Gatell (Don Luis), Adriana González (Doña Inés), Juan Antonio Sanabria (La Narración), Lucía Caihuela (Doña Ana), Sandra Ferrández (Lucía)-, de la Orquesta Titular del Teatro Real y de un grupo vocal formado por cantantes del programa Crescendo.
Atendemos al preludio. La luz baja de intensidad. Silencio. Don Juan, en una antigua versión del mito, se retuerce en el suelo mientras un equipo técnico le hace corro. Entra en escena el Comendador, que en este caso es el director de la nueva versión del mito de don Juan, a punto de comenzar a rodarse. El director echa del escenario a la vieja versión del mito mientras el equipo se prepara para empezar el rodaje. La actriz principal, que interpreta a doña Inés con bolsa al hombro y esterilla, se dirige a su camerino, acompañada de la intérprete de Brígida. Se saludan con un par de besos y la ayuda a cambiarse de ropa. Mientras, Don Juan lee con atención el guion rodeado de su universo. En el espejo del camerino hay una fotografía de Julio Iglesias. También un casco de moto.
Tempus fugit. Bebida energética y complementos vitamínicos tamaño granel, claro. Algo de alcohol, también.
Un par de años tardó Tomás Marco en darle forma al libertino. Y ahora, por fin, puede verse en versión escenificada. El compositor, y actual director de la Real Academia de Bellas Artes, tiene ganas de que llegue a las tablas.
“Tenorio es un resumen del mito a través de la literatura. Como esquema principal está el personaje de Zorrilla, pero junto a él están las palabras de Tirso de Molina, Antonio Zamora, Molière o Lord Byron, autores que lo trataron de diferentes maneras y a los que se suman poemas de sor Juana Inés de la Cruz y Quevedo, oportunos para el desarrollo lírico dramático y que aparecen en momentos puntuales. Por tanto, subrayo, que no es una ópera sobre el personaje escrito por Zorrilla, sino una reflexión a lo largo de la literatura y el tiempo del mito, cuya actualidad viene de muy lejos y que de ninguna manera se puede tratar en clave del siglo XXI, pues nos equivocaríamos. Ni tampoco como una realidad que alguna vez existió, sino como un mito, una proyección mental de realidades psicológicas que se encarnan en una historia. Son todos ellos y al tiempo no es ninguno, las versiones y visiones más clásicas y las más modernas, como la del autor suizo Max Frisch, que nos lo presenta como alguien que se resiste a un papel social que le viene impuesto”, cuenta el músico.
Qué es, cómo sigue y qué podemos hacer hoy es lo que nos plantea, interrogarnos, preguntarnos:
“En casi todas las versiones que conocemos, Don Juan es condenado, y al mito ni se le condena ni se le absuelve, es el mito. Lo mismo sucede con Don Luis, que es un Tenorio venido a menos. Aquí no hay ni buenos ni malos. Hay un mito”, insiste. En la Hostería del Laurel Don Luis se jacta de veintitrés muertos y cincuenta y seis conquistas, todo un angelito que además lo único que busca en doña Ana es reponer su hacienda, y eso sea quizá lo que le moleste cuando Tenorio le birla la dama. El Comendador cumple con su deber de padre de la época. Por eso no debería ser mirado desde hoy, porque ahora sería un implacable patriarca machista que ha condenado sin motivo a su hija a una reclusión de por vida porque cree tener sobre ella un derecho absoluto. Pero tampoco una visión moderna feminista explicaría a Doña Inés, que está atrapada irremediablemente en el contexto de esa misma época”, escribe Marco en el dossier de la obra.
¿Posee
Tenorio el sello de Tomás Marco?
“Yo espero que se identifique conmigo. Vocalmente, me parece que está bastante cerca de mi ópera de cámara El caballero de la triste figura. No es ni tonal ni atonal. Tiene partes tonales y modales, un cuarto de tono… Hay de todo y presenta un estilo mixto”, contesta y subraya “la importancia de los diversos intermedios únicamente instrumentales (alguna vez puede participar el Madrigal como una vocalización sin texto que, en ese caso, no encarna a ningún personaje), ya que se trata de elementos dramáticos, incluso narrativos, aunque en escena no esté ocurriendo nada, cosa que dependerá de la dramaturgia escénica”.
Sobre la puesta en escena asegura que
“es muy Agrupación Señor Serrano. Lo que yo he hecho está ahí. La utilización de medios audiovisuales, como la pantalla, me parece espectacular”, remata. Hablamos de una ópera contemporánea basada en un clásico de la literatura. ¿Puede mostrarse el público reticente? “
Bueno, el que no lo conoce, sí, desde luego. Sin embargo, tenemos ejemplos claros muy cercanos en el tiempo, como los recientes estrenos en el Teatro Real de
La pasajera y
Lear, ejemplos ambas de óperas muy duras y que han sido un éxito. Las dos son óperas en las que no hay lugar para las concesiones”. Que una obra nace y se hace, se escribe, para estrenarse y escucharse a lo largo del tiempo es un hecho. Otra cosa es que la máxima se cumpla:
“En el caso de Tenorio puede ser y puede no ser porque tiene un componente técnico bastante complejo que puede dificultar que se vea en otros teatros. No obstante, no suena igual una ópera en concierto que cuando está en escena”. De los personajes, cuatro en principio, pero que aquí se han dividido (un cantante puede interpretar uno o más papeles), salvo en el que caso de Tenorio, que no comparte personaje y es un barítono se lleva la palma, que diría un castizo.
Para Marco, la principal dificultad estriba
“en que está casi de manera permanente en escena y cantando. Es duro e implica un esfuerzo para el cantante”.
Ficha:
Ópera de cámara
Estreno absoluto en el Teatro Real
Días 13, 15, 17 y 19 de mayo
Música y libreto: Tomás Marco. Basado en Don Juan Tenorio de José Zorrilla, con añadidos de Tirso de Molina, Molière, Lorenzo da Ponte, Lord Byron, sor Juana Inés de la Cruz y Francisco de Quevedo.
Dirección musical: Santiago Serrate
Dirección de escena: Agrupación Señor Serrano
Cofigurinistas: Joan Ros Garrofe y Atena Pou Clavell
Escenografía e iluminación: CUBE.BZ
Realizador de vídeo: Xavier Gibert
Vestuario: Joan Ros Garrofé
Dirección del coro: José Luis Basso
Reparto
Tenorio: Joan Martín-Royo
Don Luis: Juan Franciso Gatell
Doña Inés: Adriana Gónzalez
La Narración: Juan Antonio Sanabria
Doña Ana: Cristina Faus
Lucía: Sandra Ferrández
Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real
Madrigal
Comendador: Alejandro von Büren
Gonzalo Ruiz Domínguez
Enrique Torres
Brígida: Inés Lorans
Miriam Silva
Aida Gimeno
Ciutti: Pablo Puértolas
Eduardo Pomares
Manuel de Filera
Hostelera: Ana Molina García
Paola Leguizamon
Yeraldin León
Las fotos de la producción son de Javier del Real cortesía del Teatro Real
La foto de Tomás Marco es de Ignacio Evangelista
Gema Pajares, Mayo 2024