ISSN 2605-2318

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«Asomos y esperanza de la luz, en un mundo convertido en disonancia»


12/03/2024

Una crítica de Paco Yáñez para El Compositor Habla



 
BERNAT VIVANCOS: U. Orquestra Simfònica de Barcelona i Nacional de Catalunya. Ludovic Morlot, director. Álbum grabado en la Sala 1 Pau Casals de L’Auditori de Barcelona, los días 26, 27 y 28 de julio de 2022. L’Auditori LA-OBC-006.



Avanzamos una nueva entrega en nuestro repaso a las novedades discográficas que, desde el sello de L'Auditori de Barcelona, nos están llegando en éstos que están siendo sus primeros meses de existencia. Así, tras los álbumes dedicados a Robert Gerhard, a Cassandra Miller, a Miquel Oliu, a Núria Giménez Comas y a Sofía Martínez, nos visita hoy la música del compositor catalán Bernat Vivancos (Barcelona, 1973), de quien escuchamos U (2021), partitura orquestal nacida tras un encargo del propio Auditori, donde fue estrenada por la misma formación a la que escuchamos en este nuevo álbum digital, la Orquestra Simfònica de Barcelona i Nacional de Catalunya.
 
Lo primero que nos llama la atención en U es su fuerte eclecticismo: producto del trabajo de un compositor, Bernat Vivancos, en cuyas partituras dialogan y se entrecruzan desde la música medieval hasta los últimos derroteros de la contemporaneidad, siendo audibles, aquí, ecos de compositores como Hans Werner Henze, Arvo Pärt, Ivan Wyschnegradsky o Charles Ives, cuyas derivadas microtonales llegan a Vivancos a través de improntas igualmente evidentes tanto del espectralismo francés como de su evolución en el postespectralismo nórdico de más acusada espiritualidad, en cuyas fuentes bebió Bernat Vivancos de la mano de su maestro en Oslo, el compositor noruego Lasse Thoresen.
 
Todo ello se entrevera en una partitura de casi 20 minutos de duración en la que no dejan de sucederse contrastes entre episodios de furibunda violencia frente a otros (ya intercalados, ya en proceso de dialéctica entrecruzada con lo más aguerrido) en los que prima el extatismo, una suerte de iluminada ventana acústica hacia otra dimensión que trasciende la escena de agresividad, tensión y enfrentamiento que tan a menudo nos rodea.
 
Es, ésta, una visión que encaja con lo expuesto por el compositor Joan Magrané en sus estupendas notas para este álbum, en las que se refiere a U como una partitura que busca continuamente al otro, entendiendo el título de la obra tirando de la prolija red de lecturas a las que da lugar su pronunciación en inglés, entre las que estaría «You»: ese tú al que se interpelaría en esta construcción de lo que Magrané dice —también atendiendo al título de la obra— «utopía sonora».
 
Igualmente siguiendo las notas de Joan Magrané, sabremos que en U Bernat Vivancos divide la orquesta en tres grupos instrumentales diferentes, afinados con una distancia de un octavo de tono entre ellos, lo que refuerza las filiaciones históricas antes mencionadas con figuras seminales de la microtonalidad, a las que podemos sumar a Alois Hába. De este modo, el primer grupo orquestal estaría afinado a 442 Hz; el segundo, a 432 Hz; y el tercero, a 448 Hz. Esas fluctuaciones de un octavo de tono son más fácilmente perceptibles en las partes calmas de la partitura (más transparentes y despojadas armónicamente), con una bella melodía en disonancias que parece remitirnos a una presencia divina en la distancia, con un cromatismo, unas iridiscencias y un fulgor instrumental que suman a este vasto campo de heteróclitas influencias a Olivier Messiaen.
 
Ello no quiere decir que la diferente afinación de los tres grupos orquestales no juegue una función netamente dramatúrgica en los compases de mayor agresividad, en los que esa leve disonancia que incorpora la afinación construida por Vivancos refuerza la tensión, la incoincidencia y los roces armónicos entre los organismos que conforman una orquesta cuyas partes no acaban de encontrar cierto equilibrio más que en esos compases en los que prima la serenidad, lo contemplativo y lo que podríamos decir un asomo de entendimiento-desde-la-diferencia.
 
Antes de alcanzar el primero de dichos pasajes (cuya fragilidad es evidenciada por sucesivos retornos de los compases más virulentos, capaces de desestabilizar los brotes de disonante concordancia en las cuerdas), el comienzo de U me ha recordado al arranque del magistral Concerto pour la main gauche (1929-31) de Maurice Ravel, por su telúrica acumulación de densas resonancias en el registro grave (muy bellas, en los vientos), a las que podemos sumar (en esta constante dialéctica con procedimientos tímbricos heredados de las vanguardias) lo que definiría como un lion’s roar construido orquestalmente, que puebla a la OBC en esta grabación de una violencia primordial, hecha de roces y fricciones que van creciendo, en los albores de este primer episodio en la vida de dicha violencia orquestal, tan denso y sugerente (hasta el punto de que me ha parecido, texturalmente, el momento más logrado de toda la composición, pues en su ulterior desarrollo estos pasajes más tímbricamente enrarecidos, de una modernidad más tensa y actual, se ven interpolados por fases un tanto naíf, ya estilísticamente, ya en lo tan esquemático del proceso dialéctico que U nos propone).
 
En esa dialéctica, nos vuelve a recordar Joan Magrané que serán los grupos afinados a 432 y a 448 Hz (por tanto, los más alejados de la afinación estándar —generalmente, a 440 Hz—) los que representen la parte más disonante de U, mientras que el grupo afinado a 442 Hz será el que incorpore un carácter más lírico y melódico: los resplandores de ese discurso central de serenidad que intenta temperar a los más díscolos, armónicamente, grupos segundo y tercero de la orquesta. En dichas interpolaciones (o luchas por hacerse escuchar) del grupo a 442 Hz como voz armónicamente dominante, los compases confiados a las cuerdas (con sus ecos de Charles Ives) me han parecido los más bellos, por su ondulación del temperamento, tan iridiscente y oscilante, mientras que los pasajes en los que el viento (destacadamente, las flautas) adquiere una voz melódica más destacada resultan un tanto kitsch; máxime, si los ponemos en perspectiva con lo más tenso y disonante de U, lo que llega a crear momentos en los que dicha alternancia suena a pastiche.
 
Es algo que se produce, en cierto modo, por ese camino intermedio que Joan Magrané nos dice que toma U, entre el Bernat Vivancos más apegado a la tradición vocal y modal (aprendida por el compositor barcelonés en sus años como miembro de la Escolanía de Monserrat), y aquél más próximo al lenguaje de las vanguardias. En tal polaridad, para Magrané la síntesis de ambos universos estilísticos conformaría en U «el camino más experimental», cuestión en la que podríamos estar parcialmente de acuerdo, pero quizás sólo por lo que U representa de búsqueda de fusión de tonalidad y atonalidad, de melodía y rugosidad, de tradición y modernidad, aunque algunas de las interpolaciones de carácter más efusivamente lírico hagan bajar enteros al conjunto de la composición.
 
Tras una suerte de falso final, en el que el silencio se adueña de U durante unos tensos y expectantes segundos en los que llegamos a pensar que la obra había terminado, los últimos compases funcionan, por un lado, a modo de coda en la que se retoman temas en un proceso de variación que le confiere nuevas y más distanciadas lecturas al choque entre los materiales, y, por otro, como una explicitación de que, por esperanzadoras que pudiesen parecer las interpolaciones modales y melódicas, lejos está su lirismo de conjurar la presencia soterrada de esos huevos de la serpiente que proliferan por doquier, adquieran los rostros y las ideologías que éstos adquieran, de forma que en esta suerte de coda (o, de forma más estricta, epílogo) los ecos de los bloques más violentos siguen trabajando cual moto perpetuo de una disonancia que se niega a abandonar la faz de la Tierra, de la propia partitura, imposibilitando una resolución armónicamente estable de la misma: lectura tan desasosegante como, desgraciadamente, realista, y que, junto con el comienzo de U, me ha parecido uno de los aciertos de Bernat Vivancos en esta obra, en cuanto a los vínculos entre lo técnico y lo conceptual.
 
Por lo que a la interpretación se refiere, vuelve a resultar muy grato el comprobar el enorme cuidado que L’Auditori está poniendo en todos sus álbumes, con un planteamiento que cada vez se estila menos en la discografía de música actual, como el haber dispuesto la Orquestra Simfònica de Barcelona i Nacional de Catalunya de tres sesiones de grabación con su director titular al frente, Ludovic Morlot, de cara a profundizar en una partitura magníficamente resuelta, tanto en sus fases más modernas, texturales y violentas como en sus cantos de luz y esperanza en medio de las furibundas tensiones que asedian el anhelo de dicha consonancia.
 
Aunque las claves filosóficas y estéticas son distintas en ambas partituras, otro álbum digital de L’Auditori, el dedicado a In luce praesenti (2020), del barcelonés Miquel Oliu, nos habla de una profunda reflexión en la música actual catalana sobre la espiritualidad y la búsqueda de una necesaria serenidad en estos tiempos de ruidos, prisas y furia. Inspirada en una cita del Evangelio de Juan, en In luce praesenti también asistimos a una constante pugna entre la luz y la oscuridad, con igual recurrencia al espectralismo como forma de explicitar una presencia que trasciende lo cotidiano, insuflándole un halo de divinidad. Como la partitura de Miquel Oliu, U necesita de una perfecta grabación para que podamos percibir con nitidez esa estructuración tripartita de la orquesta a nivel armónico, con todas las derivadas conceptuales que hasta aquí hemos analizado. En este sentido, las tomas de sonido vuelven a ser, como ya es habitual en el sello de L’Auditori, espectaculares, a lo que sumamos unas informadísimas notas del varias veces citado Joan Magrané, que nos ayudarán comprender estos contrastes que pugnan en U, como lo hacen en nuestras propias vidas y en un mundo plagado de disonancias.
 

 


© Paco Yáñez, marzo de 2024


Las fotos son de May Zircus y han sido facilitadas por el Auditori

Más información en la web de L´Auditori
 

 

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