«En busca de la abstracción en la música para banda» Daniel Martínez Babiloni
26/03/2024
Una crítica de Daniel Martínez Babiloni para El Compositor Habla.
JOSÉ MIGUEL FAYOS-JORDÁN: Vértigo y llama. Banda Municipal de Barcelona. José Rafael Pascual-Vilaplana, director. Sencillo grabado en la Sala 1 Pau Casals de L’Auditori de Barcelona, del 12 al 16 de julio de 2021. L’Auditori Digital. L’Auditori LA-OBC
Si hace unas semanas comentábamos en El Compositor Habla dos de los trabajos sinfónicos postespectralistas de la compositora
Nuria Giménez Comas, hoy nos acercaremos a uno de los escasos -y felices- ejemplos con los que esta escuela compositiva cuenta en el mundo de la banda de música. O, como le gusta señalar a su autor, José Miguel Fayos-Jordán, de la, más versátil y menos encorsetada, orquesta de vientos. Un concepto que aglutina a las “músicas de ayre”,
Harmoniemusik,
brass band, banda sinfónica, ensembles, etc.
Es posible que la producción para banda goce de mejor salud que la orquestal. Me refiero tanto al número de creaciones que pueden aparecer en un año, como a las veces que se pueden interpretar cada una de ellas. Los compositores para orquesta de vientos no tienen miedo a que su obra se quede en los anaqueles de los archivos o de que se guarde en un cajón tras el estreno. Afortunadamente, nombres como los de Óscar Navarro, Johan de Meij, Salvador Brotons, Ferrer Ferran, Philip Sparke, Luis Serrano-Alarcón, Amparo Edo o Andrés Valero-Castells, por citar sólo unos pocos, son reiterados en todos los continentes a la hora de confeccionar los programas de concierto.
Otra cosa es que la música que se escribe tenga carácter especulativo y pretenda ahondar en la investigación en torno a los elementos constitutivos de la misma (altura, intensidad, timbre, duración, textura, densidad…); el sonido, al fin y al cabo. Porque es más arriesgado experimentar —y a ver qué pasa—, que mantener viejos clichés que son aceptados por el oyente, y, en gran medida, por el músico aficionado que nutre la mayor parte del mercado bandístico. En
Vértigo y llama, José Rafael Pascual-Vilaplana y la Banda Municipal de Barcelona (BMB) han hecho un trabajo fantástico, pero estos músicos no dejan de ser profesionales.
Muchas piezas de las que se han creado en los últimos treinta años incluyen pasajes aleatorios, grabaciones superpuestas a música en vivo, voces, cierta complejidad tímbrica o acoples de instrumentos raros…, pero su cometido no ha dejado de ser el de servir al discurso narrativo o rapsódico tradicional. Con un puñado de estos efectos lo mismo se sonoriza una escalada al Himalaya, que la toma de una fortaleza medieval.
Fayos-Jordán no escucha la orquesta de vientos con oídos tradicionales. Su interés se centra en desarrollar el discurso mediante la aplicación de procedimientos como la microtonalidad, las denominadas técnicas extendidas, el trabajo tímbrico y textural o el cálculo matemático, aprendidos de quienes reconoce como sus maestros: José Manuel López López, Mauricio Sotelo, Ramón Lazkano y Alberto Posadas, entre otros. De lo que se deriva que en
Vértigo y llama las familias instrumentales —excelentes todas en la BMB— se conviertan en bloques sonoros que se complementan o se contraponen, se cruzan, se contestan, se funden, se extienden…
Es cierto que el título y la estructura deviene del poema
El cántaro roto, de Octavio Paz, pero aquí lo literario no es el fin sino la excusa. El primer verso dice: “La mirada interior se despliega y un mundo de vértigo y llama nace bajo la frente del que sueña”. Y así, con una primera apelación a lo onírico y al caos, del que germinará el orden, el compositor elabora una composición de casi doce minutos en la que se alternan secciones dinámicas con otras estéticas, en las que es frecuente el titilar de los timbres agudos, grandes olas del grave al agudo que vienen y van, impertinentes interrupciones de los graves, destellos y efectos mil de una lucidora percusión. Hacia la mitad de la pieza aparece una revisión del motete “Imperayritz de la ciutat joyosa”, perteneciente al
Llibre Vermell de Montserrat, deconstruida espectralmente con ocarinas y flautas de émbolo. El resultado es más que interesante.
A mi juicio,
Vértigo y llama supone un jalón en la producción de Fayos-Jordán. Piezas anteriores como, por ejemplo,
Pulsar-Mimesis,
Del color de las mareas o
Warsaw Concert ya contenían estos elementos, pero aquí se aprecia un punto más de intensidad en la búsqueda de la abstracción. Además, el compositor dedica la partitura a sus abuelos,
“fuente perpetua de amor y sabiduría”. Una nota cariñosa que me ha hecho recordar lo mucho que echo de menos a los míos.
© Daniel Martínez Babiloni, marzo de 2024
Las fotos son de May Zircus y han sido facilitadas por el Auditori
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L´Auditori