ISSN 2605-2318

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«Gigante e incierta clausura de los ENSEMS con los Arditti en su salsa»


27/09/2024

Una crítica de Ismael G. Cabral para El Compositor Habla




El inexplicado cese del responsable, Joan Cerveró, marcó una jornada espléndida en la que coincidieron el Cuarteto Arditti y el Quintet Cuesta.
 
“Es una vergüenza que los políticos estropeen grandes proyectos culturales como el Festival ENSEMS”.

Así de tajante expresó el violinista Irvine Arditti el pasado miércoles 25 de septiembre su disconformidad con el inesperado e inexplicado cese de su “colega desde hace muchos años” el músico y compositor Joan Cerveró, destituido de su cargo como director adjunto de Música y Cultura Popular Valenciana del Institut Valencià de Cultura solo unos meses después de haber sido nombrado.

Durante su alocución tras recibir el galardón Ensems d’Or por el 50 aniversario del Cuarteto Arditti en la clausura del 46 Festival Internacional de Música Contemporánea de Valencia (ENSEMS), el músico británico, tras propiciar un aplauso y reconocimiento público a Cerveró, deslizó otra idea:

 
“Seguimos siendo fieles a nuestro propósito, dar a conocer nuevas obras. Y lo hacemos en las mejores salas de concierto y festivales especializados del mundo. Este tendría el potencial de ser uno de ellos”.

Potencial, porque ENSEMS va camino del medio siglo de vida, lo que le otorga una pátina inigualable de resistencia y persistencia. Potencial también porque, pese a ello, su escueto presupuesto y el poco calor institucional, sujeto a vaivenes de todo orden, hacen del encuentro una trinchera por la que han luchado quienes han tenido una responsabilidad directa en él. Tras algunos años en los que sobrevivió alicaído como una cita temprana de la temporada musical valenciana, en 2017 el compositor Voro García asumió su dirección reanimándolo y otorgándole una proyección de la que carecía desde hacía mucho.



Estrategia que ha demostrado seguir Joan Cerveró en su regreso a la coordinación de la cita en esta última edición, presentada muy tarde (a solo unos días de su arranque), pero de enorme valor programativo y cuidada también en la concepción visual, publicitaria y comunicacional.

Qué será de ENSEMS de ahora en adelante vuelve a ser una incertidumbre. Dependerá, en todo caso, del próximo encargado o encargada de la dirección que, presumiblemente, deberá surgir de un concurso público. Dado que este no será, en modo alguno, su única dedicación habrá que ver qué interés tendrá en el futuro del festival y en qué modo será arropado por unos políticos regionales que, en rabioso presente, han demostrado tener una visión cejijunta de la cultura.

En la necesaria insistencia de la no siempre acertada política cultural valenciana hay que remachar al observar cómo ni siquiera la página web del Cuarteto Arditti recogía en su calendario la cita. Organizado todo el festival con una antelación de semanas, lo extraordinario ha sido entonces su poder de convocatoria y el éxito artístico. Porque, pese a lo que podría barruntarse, la formación inglesa llegó al Teatro Martin i Soler Palau de les Arts con los deberes hechos. O al menos con la seguridad de que en las obras a interpretar se las sabían todas. Esto es especialmente llamativo en la ejecución de la partitura más joven y con menos recorrido (por ahora) en su repertorio, el Cuarteto nº2 ‘Infinita Domenica’ (2020) de José Manuel López-López (1956). Las sesiones de grabación de esta página para su fijación en un reciente disco del sello Kairos así como las interpretaciones públicas que llevan de la misma no fueron en balde. Su dominio de esta -refrendado por el compositor, presente en la sala- fue absoluto y, con ello, del caudal de sonidos microscópicos que desgranaron. Coincidieron también en los severísimos unísonos y en unas sonoridades que tienden al apagamiento; la página, en sucesivas escuchas, resulta de una madurez creativa muy elevada, lista para medirse con el resto del programa propuesto.

Percibido parcialmente en la obra de López López fue en la página de Iannis Xenakis (1922-2001), Tetras (1983) cuando la difícil acústica de la sala jugó en contra. Su amplitud y altura redujeron y perfilaron en exceso las aristas de esta obra gigante que en sus solos iniciáticos en el violín y la viola (sensacional y rabioso Ralf Ehlers) clama con un primitivismo cuyo impacto no ha amainado con el paso del tiempo. En los sforzando y en las brusquedades de los crescendos que anteceden a los silencios secos del cuarteto Silent flowers (1998), de Toshio Hosokawa (1955), se admiró otra de las características más señeras de los Arditti; su capacidad para la gestualidad, para pintar la música con miradas, respiraciones y coreografía de brazos. Distinta liturgia es la que propone Helmut Lachenmann (1935) en su tercer cuarteto, Grido (2001), obra mayúscula que, sin embargo, no desmiente ni engrandece a sus dos creaciones previas para cuarteto de cuerdas. La formación inglesa ha hecho de Grido uno de sus santo y seña y, pese a que hay otros conjuntos que tocan esta pieza con asiduidad, en ningunos otros atriles la hemos oído con tanta concentración e intensidad; en las presiones de los arcos sobre las cuerdas, en sus líneas estáticas, detenidas y en sus injertos de ruido blanco (aproximadamente) tan característicos en su música de cámara.



En el Aula Magistral inauguró la tarde de conciertos el Quintet Cuesta. Lo hizo, primero, con la obrita Étude (1993), de David del Puerto (1964), una partitura escrita con mucho oficio, de estética nerviosa y que finaliza con una confortable frase del fagot. En su catálogo de ataques y en su virtuosismo especular nos reencontramos con el mejor Del Puerto, aquel que descubrimos hace muchos años en un precioso disco dirigido por Josep Pons que incluía su pieza Invernal. Con esta obra los músicos del ensemble se prepararon para lo que venía después, el Quinteto Op. 26 (1923-24), de Arnold Schönberg (1874-1951) en el 150 aniversario de su nacimiento. Con este gran opus pocas veces oído, piedra miliar del dodecafonismo, los cinco músicos mostraron su esmero en las reexposiciones y no escamotearon una atonalidad juguetona (!) que la hay, vaya si la hay, en el segundo movimiento (…scherzando). Invocaciones al Pierrot Lunaire (ese flautín en el segundo tiempo), un preciosismo decadentista muy bien aprehendido por los músicos y un totémico Rondó conclusivo en el que apenas mostraron signos de cansancio.


 
Ismael G. Cabral, Valencia, septiembre 2024
 
Las fotos son de Ismael G. Cabral (1 y 3) y Brava Estudio (2)

Más información en la web del Festival Ensems
 

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