¿qué ha de venir ahora?
BÁRA GÍSLADÓTTIR
VAPE. Hringla. COR.
Bára Gísladóttir, contrabajo. Orquesta Sinfónica de Islandia. Eva Ollikainen, directora.
Dacapo Records
Después de escuchar este retrato sinfónico de
Bára Gísladóttir (1989) la pregunta es, ¿qué ha de venir ahora? En estas tres imponentes obras que abarcan un arco temporal de cinco años (de 2016 a 2021) la compositora islandesa muestra una asumida y respetable invariabilidad. Escuchadas sin solución de continuidad se podría afirmar que la primera y segunda (
VAPE e
Hringla) desembocan en la tercera (
COR) donde el salvajismo sonoro alcanza su cenit mediante un
drone orquestal pétreo e inmutable. Se diría que esta música es una amplificación algo más matizada de las masividades de un Phill Niblock de no ser porque el norteamericano también buscó la orquesta (
Baobab, 2011). Pero Gísladóttir aunque entiende cuál es el cauce natural de su trabajo (apela a un público no proveniente de lo clásico, sea lo que sea esto) quiere ser una creadora a la mano de las formaciones instrumentales más centrales de la música actual.
«Este retrato, que ha publicado con el mayor lujo editorial el sello danés Dacapo Records, la señala como la más asilvestrada de una nutrida nómina de compositoras que encuentran en el aparato sinfónico el organismo vivo idóneo para sus exploraciones (se piensa en Ash Fure, en Clara Iannotta, en Malin Bang). COR (2021), estrenada en el Wittener Tage für neue Kammermusik, parte de un núcleo basado en un solo de contrabajo y percusión»
A partir de ahí, la orquesta se despliega improvisando a partir de una imagen de la partitura. “
La imagen refleja la forma en que veo el sonido, es la forma más sencilla y honesta de mostrarlo”, explica.
COR es una de las creaciones más brutalistas (en un sentido arquitectónico, también en el puramente tímbrico) ideadas nunca para un contingente como es la orquesta sinfónica. Llena de aleteos sonoros en el viento y metal y de gruñidos acústicos en la cuerda, la obra pese a su carácter pétreo parece ir concentrándose más y más hacia la mitad de la misma, buscando un tono casi electroacústico. No es, por tanto, la fiereza de un Xenakis, más selvática, más esparcida y angulosa, lo que caracterizará la propuesta; una pieza como
COR parece pintada con una témpera espesa y oscura, al modo del
doom, del metal extremo.
Hringla (2021-22) para contrabajo amplificado, orquesta y electrónica es un trabajo de mayores matices, desde la terrosidad de la textura magnificada del instrumento concertante (que interpreta Gísladóttir) a la ambivalencia de la tímbrica digital y acústica; el resultado es más matizado porque interesan otros parámetros por encima del volumen; como las dinámicas y las articulaciones. Es, en otro sentido, una partitura más académica, o más
hija de; del primer Penderecki orquestal, por ejemplo. Es justo resaltar el trabajo técnico de grabación del álbum, toda vez que la página que lo inaugura,
VAPE (2016, rev. 2020), parece situarnos en medio de la turbina en la que la autora convierte a la muy convincente Sinfónica de Islandia. Influida por el ataque terrorista con gas sarín en el metro de Tokio en 1995, la obra instila ese
vapor terminal mediante sonidos deslizantes y ataques de la percusión no afinada. Música de una densidad pavorosa que constituye un excelente pórtico de entrada a los contornos musicales inciertos y desestabilizadores de esta compositora.
El poético intento de capturar solo una oportunidad
CLARA DE ASÍS & REBECCA LANE
Distances Bending.
Clara de Asís, sintetizador. Rebecca Lane, quarter-tone flutes. Sarah Saviet, violín. Deborah Walker, violonchelo.
discreet editions
Llevar al disco un trabajo conjunto como
Distances Bending (que arrancó en 2018) resulta el poético intento de capturar solo una oportunidad. Desde luego que ofrece una excelente perspectiva de cómo se desenvuelve esta música, aunque por más que su fijación en este álbum ofrezca solo una opción de escucha, una ¿partitura? como esta encuentra su razón de ser en la idea de proyecto a largo plazo y de la experiencia con el material en concierto. Acaso sea esta una dimensión demasiado formal, hablaríamos con mayor propiedad de un punto de encuentro entre dos creadoras e intérpretes (Asís & Lane) que, bajo el título de la pieza, se han concedido un “sistema elástico para estados incesantes de devenir” (!) La trayectoria de Clara de Asís viene demostrando una congruencia que, con maledicencia, alguien podría señalar como de excesiva continuidad. Sería un error caer en ello. Escúchense algunos de sus mejores trabajos en disco.
Uno Todo Tres (2016),
Do Nothing (2019) o
L’inertie (2017), junto al artista sonoro Bruno Duplant. Los tres representan posibilidades radicalmente diferentes de acercarse a la idea de una música trabada con una estética en la que lo habitable, lo silente y lo continuado confluyen de manera personal.
«En la hibridación entre el arte sonoro y la composición, también como intérprete, De Asís ha alcanzado un estatus de plena singularidad en el panorama de las músicas experimentales»
Regresando a
Distances Bending, en su tañido (asúmase el término, hay un sonar artesanal y reductivo en su ejecución) del sintetizador ondean múltiples invocaciones; desde luego Éliane Radigue, también toda la nueva composición microtonal (con Catherine Lamb como principal referente) y la calología de un sello tan adscrito como another timbre. Igualmente afín a todas estas referencias, Rebecca Lane es una observadora intérprete que recorre lo acústico y lo electrónico en búsqueda de resonancias y nuevos procesos de afinación. En este
work in progress han sumado a otros músicos: la violinista Sarah Saviet y la violonchelista Deborah Walker. No lo han hecho, desde luego, en busca de mayor color para una música que se gusta en una gama de grises muy restringida. En la audición se nos introduce tentativamente, como dándonos paso lentamente, sin premura, y durante 50 minutos seremos partícipes de un estado meditativo en el que se indaga sobre proporciones armónicas y temporales.
Distances Bending es, tal que así, un objeto sonoro que se aparenta marmóreo cuando es intensivamente mutable; está en la predisposición de quien lo escruta encontrar y disfrutar de una lenta transformación que, a medida que avanza, se complejiza (dirán sus autoras que en cuestión de las relaciones de frecuencia) en las interactuaciones tímbricas. Sin pretender crear un artefacto necesariamente novedoso, todas las intérpretes inmersas en esta música procesual confieren razón de ser a una obra que, en la forma que aquí la contemplamos, fue creada como respuesta a la invitación de Stefan Thut, tan ligado a wandelweiser, otro colectivo post-cageano que (prosiguen las apetecibles referencias) podría rememorarse al hilo de este tránsito sonoro.
Reimaginando la música
MATILDE MEIRELES
Loop. And Again.
Música electroacústica.
Crónica
La artista sonora portuguesa Matilde Meireles posee un amplio catálogo de grabaciones y documentación (lo que no siempre sucede en el ámbito del
sound art) en las que muestra lo coherente de sus investigaciones en el campo de las grabaciones de campo, el paisajismo sonoro y los proyectos
on site specific. En el mismo sello Crónica, donde ahora presenta en edición física y digital su nuevo trabajo
Loop. And Again (2013-19), le anteceden otros títulos muy apreciables como
Vanishing points (2023) y
Life of a potato (2022). El nuevo álbum, es antes que cualquier otra cosa, una obra autónoma para cuya audición no hacen falta más asideros que el primitivo y rebelde deseo de escuchar. Es importante incidir en ello porque, por encima de todos los argumentos que sustentan el proyecto, ha de prevalecer siempre -y ante cualquier composición- su capacidad de incitarnos a la audición sin más agarraderas, solo la música, ahí, en los parlantes. “
Music is sound, and sound is self-sufficient”, decía enfáticamente el enorme Roland Kayn a propósito de su infinito catálogo cibernético. Un aserto que reivindicamos ante la audición de esta pieza dividida en tres episodios (
Introducing Variables,
Magnetic Fields y
Cross Parade with Fingal, Bronagh, Paul and Tullis).
«El lenguaje electroacústico no está alejado de tanta buena música acúsmatica de la escuela canadiense y francesa que opera a modo de ventanas que se abren y se cierran»
Hay, por así decirlo, un continuo digital que sumerge al oyente en un estado de expectación; un colchón sonoro sobre el que se sustenta todo, también graves profundos que traquetean la composición, que le dan un sentido direccional, de ir hacia adelante. En medio de todo ello surgen las ventanas aludidas, puertas que se abren y desde las que observamos auditivamente diversos paisajes y grabaciones de campo que parecen truncar el clima. Como si quisiera dar entrada a otras realidades mundanas, nos las muestra y, poco después, las abandona mientras persiste el imparable flujo electrónico que nos conduce como en bucle, como en
loop (
Loop. And Again) por toda la composición. Es así porque Meireles ha profundizado “
en la dinámica de los campos magnéticos, el cableado analógico y su interconexión con los cambios en el paisaje circundante”. La pieza, que aquí se presenta como creación sonora pura, forma parte del proyecto
X Marks the Spot, en el que la creadora utilizó el sonido para mapear cajas de telecomunicaciones específicas (esto es, solo aquellas que emitían un zumbido audible) en la ciudad irlandesa de Belfast entre 2013 y 2019. Aquella tarea derivó en una suerte de rutas en las que interactuar con la urbe transitando caminos en los que mezclar el sonido cotidiano de Belfast con los drones recogidos y amplificados por Meireles. Es por ello por lo que en la escucha ciega de esta reelaboración que se fija ahora en disco oiremos el discurrir del río Lagan, niños jugando, tráfico, voces indeterminadas y, también, improvisaciones instrumentales de quienes quisieron aportar su propio sonido a la investigación. Todo ese experimentar con la ciudad queda ahora encerrado y reimaginado en esta grabación.
Más información en el
Atelier de Ismael G. Cabral