Terminamos 2024 dando un último repaso a tres de las muchas novedades discográficas que cada año nos hace llegar Kairos, uno de los sellos que en mejor forma se encuentran, en esta tercera década del siglo XXI, dentro de ese complejo terreno que es el de la fonografía de música actual. Un buen estado de forma que, además, combina algo tan difícil como el apostar por los grandes creadores de nuestro tiempo sin dejar de dar una mayor visibilidad a compositores jóvenes o radicados en áreas geográficas periféricas, lo cual permite que el catálogo de Kairos sea, en la actualidad, uno de los mapas del territorio musical más completos y vibrantes del presente.
Bernhard Lang: Das Hirn;
A Travel Agency is on Fire;
DW 16.4 ‘Songbook I.4’. Sarah Maria Sun, soprano. Ensemble Proton Bern. soyuz21 - contemporary music ensemble. Kristin Amme, Martin Rummer y Karel Valter, productores. Michael Krogmann y Karel Valter, ingenieros de sonido. Tres CDs DDD de 49:14, 58:42 y 33:00 minutos de duración grabados en Waldenburg (Suiza) y Múnich (Alemania), en diciembre de 2022 y enero-febrero de 2023.
KAIROS 0022300KAI.
Comenzamos nuestro recorrido por ese mapa acústico con uno de los compositores que se ha convertido en todo un buque insignia de Kairos, Bernhard Lang (Linz, 1957), del que el sello austriaco lleva publicadas ocho ediciones discográficas, alcanzando los doce compactos en total. De todos ellos, el que serviría de más directo precedente para la edición que hoy reseñamos sería
The Cold Trip (2014-15), espasmódico ciclo en el que se detectan las múltiples influencias e indigestiones que de la música comercial estadounidense (incluidas las ramificaciones minimalistas) han llegado al aparato estilístico de Bernhard Lang, de modo que la audición de forma consecutiva de los tres compactos que se incluyen en
Voice and Ensemble puede ser todo un riesgo para la salud mental, así que recomendamos la escucha en pequeñas dosis, homeopáticas, so pena de terminar con el cerebro girando en bucles insidiosamente machacones, cual tantos pasajes de los tres ciclos vocales aquí reunidos.
El primero de ellos es
Das Hirn (2021), ciclo en cuatro partes para voz, ocho instrumentos y vídeo cuyo comienzo parece evocar un universo schubertiano perdido en una distancia que se va diluyendo desde la musicalidad romántica hacia la distopía robótica. Basado en una publicación homónima de Friedrich Dürrenmatt, en
Das Hirn Bernhard Lang pretende remedar la torrencial corriente textual del escritor suizo, por medio de un ensemble que dobla melódica y rítmicamente a la soprano, aunque con cierto grado de libertad para multiplicar los paisajes tímbricos, en la propuesta más sólida de este lanzamiento triple.
Con ello, Lang pretende reforzar la intensidad del texto original y sus urgencias, siendo, en global, el disco de
Voice and Ensemble en el que las influencias del pop se encuentran más sublimadas, con canciones en las que la voz vagabundea ensimismada entre los instrumentos (como en la segunda), mientras que la tercera funciona cual
scherzo juguetón y obsesivo, dando varias vueltas de tuerca a las estructuras clásicas a través de lo que, por momentos, adquiere incluso estética de videojuego. El cierre del ciclo está, en la voz, prácticamente confiado al recitado, lo que unifica en mayor medida texto literario y escritura musical. Se echa de menos, en todo caso, la parte visual, para tener una experiencia más completa de lo que
Das Hirn sería en su versión completa de concierto, al igual que ocurre con la siguiente partitura.
Con la un año anterior
A Travel Agency is on Fire (2020) nos movemos (idioma incluido) hacia las citadas influencias de lo norteamericano en Bernhard Lang, de donde procede la fuente literaria que, de nuevo, sirve de base a este ciclo de nueve piezas para voz, cinco instrumentos,
playback, vídeo y ensemble en
loops. Se trata de William S. Burroughs y sus prácticas de montaje a través de fragmentos literarios cortados y recompuestos al azar de escritores como William Shakespeare, Arthur Rimbaud, William Wordsworth o James Joyce.
Sustancia no falta, por tanto, a la base textual, pero muy otra cosa es el andamiaje musical que Bernhard Lang estructura sobre dichos escritos, con profusión de amplificación, electrónica y
loops que nos acaban absorbiendo a una masa repetitiva y delirante, habitual en los ciclos vocales más recientes del compositor austriaco. A ello se unen sonoridades que van de lo gutural a lo que parecen ecos de una banda sonora de película de terror de serie Z, por lo que el deseo de que el disco termine se acrecienta a medida que pasan los cortes del compacto.
Análogos planteamientos nos encontramos en
DW 16.4 ‘Songbook I.4’ (2021), una obra en la que Lang parece querer mostrarnos —como nos podría referir cualquiera de sus alumnos— que es un gran conocedor de la historia, reinventando (o haciendo degenerar, según se mire) desde la coloratura de la soprano a los ecos de la percusión tribal, pasando por asomos del
trash.
Todo ello es llevado con profusión e inmisericordia a esta decimosexta-punto-cuatro entrega de
Differenz/Wiederholung, ciclo de Bernhard Lang en el que el austriaco se adentra en los conceptos de diferencia y repetición, en esta ocasión, con voz de soprano, saxofón, guitarra eléctrica, piano y percusión. Dada la continua presencia de patrones provenientes del
jazz y del
rock, así como de ecos de canciones pop que desempeñaron un papel importante en la vida del propio Lang, el conjunto se embebe de todas esas músicas, además de verse asaltado por una constante basculación entre lo mecánico y lo ensoñador, lo que acaba resultando ciertamente cansino. Una pena, que un compositor con los conocimientos y el talento de Bernhard Lang se pierda en una música tan histriónica, banal y ramplona como
Burning Sister, penúltima sección de
DW 16.4 ‘Songbook I.4’ y pieza de un mal gusto alarmante.
Sea como fuere, en el apartado interpretativo no podemos escatimar elogios, con una primera y especialísima mención para esa auténtica máquina de cantar (y mucho hay, aquí, de mecánico) que es Sarah Maria Sun, cuya voz esperamos no haya quedado maltrecha tras la vociferante y electrificada
Burning Sister. Los dos conjuntos instrumentales involucrados, el Ensemble Proton Bern y el soyuz21 - contemporary music ensemble, bordan las tres partituras de forma más que brillante (el soyuz se hace cargo de
A Travel Agency is on Fire y de
DW 16.4 ‘Songbook I.4’).
Jean-Luc Hervé: Germination;
Topos;
Au dehors. L'Itinéraire. Léo Margue, director. Sylvain Cadars y Julien Aléonard, ingenieros de sonido y productores. Un CD DDD de 56:14 minutos de duración grabado en Romans-sur-Isère, Valence y Boulogne-Billancourt (Francia), en junio de 2021, junio de 2022 y julio de 2023.
KAIROS 0022009KAI.
El segundo lanzamiento del sello Kairos del que hoy les damos cuenta está íntegramente dedicado al compositor francés Jean-Luc Hervé (Saint-Maur-des-Fossés, 1960), de quien el ensemble galo L'Itinéraire nos ofrece tres partituras más interesantes, en global, que las reunidas en las otras dos ediciones aquí comentadas, siendo la primera de ellas
Germination (2013).
Como nos indican las notas del compacto, Jean-Luc Hervé tiene un gran interés en la frontera entre lo público y lo privado en el hecho musical, una permeabilidad sobre la que ha reflexionado abundantemente a raíz de dos experiencias que, según nos cuenta Guy Lelong, podemos considerar epifánicas al respecto: por un lado, las visitas que Hervé realizó a los jardines zen de Kioto durante su residencia en Japón del año 2001, por otro, su estudio de
Déserts (1950-54), obra de Edgard Varèse en la que a Jean-Luc Hervé le interesaba especialmente la dimensión pública de la ejecución orquestal, interpolada como lo está por fragmentos electroacústicos sintetizados en la intimidad del estudio por Varèse, organizando sonidos en una cinta magnética.
Escrita para un ensemble de doce músicos y electrónica,
Germination fue concebida por Jean-Luc Hervé junto con la arquitecta y paisajista francesa Astrid Verspieren para su estreno a modo de instalación, comprendiendo tanto el Ircam como la plaza en la que éste se ubica en París, en la cual, durante el Festival ManiFeste (para el que se creó la pieza) se habían plantado hierbas entre las losetas con el fin de estudiar el efecto de la vegetación en la vivencia del espacio y en el clima de las ciudades, lo que confiere otra línea de innegable actualidad a este segundo compacto.
Con tal planteamiento, la idea de Jean-Luc Hervé para el desarrollo de
Germination fue la de que ésta nos hiciese partícipes del proceso de germinación vegetal; de ahí, esa constante proliferación de materiales que no dejan de crecer en el ensemble y que son conducidos hacia arriba, una y otra vez, ya sea a través de mecanismos rítmicos implacables, ya por el diseño de las relaciones armónicas, con unos patrones que se van haciendo progresivamente más agudos, cual si la planta musical ascendiese en busca de la luz. Ello evidencia los rastros espectrales aún presentes en la música de Hervé, por cómo los materiales acústico-vegetales se traban de forma tan hilvanada, densa y orgánica, con una sucesión totalmente intricada de las células aportadas por cada músico al conjunto.
A mayores, y volviendo sobre la importancia que Hervé concede a los aspectos espaciales de lo musical, la interpretación se desarrolla en varias capas y espacios, que comprenden tanto el
hall (subterráneo) del Ircam como la propia Place Igor Stravinsky, en la que un entramado de altavoces multiplicaba los rizomas musicales que se iban desgranando en esta gran germinación. Por descontado, todo ello se pierde durante la audición en disco compacto, siendo, en todo caso, interesante conocer el concepto original y la propia música, aunque tampoco sea una obra (si nos restringimos a lo puramente acústico) de gran altura artística.
La más reciente partitura de Jean-Luc Hervé que aquí escuchamos es
Topos (2022), página para ocho músicos y electrónica. De nuevo, con ella el compositor francés explora el espacio abierto y la interacción del público con la naturaleza y la música, a través de un ensemble que guía a los oyentes en sus movimientos por el espacio. Los escritos de Philippe Descola; en concreto, su libro
Más allá de naturaleza y cultura (2005), sirven de base conceptual para una música (como ocurrirá con los procesos de interacción entre músicos y público de la tercera edición que hoy presentamos) cuya realización en disco compacto (estereofónico, para más inri) es inviable, empobreciendo notablemente lo que sería la audición en vivo de la obra, la intervención del público (con sus movimientos) en el desarrollo de la misma, así como la sensación de inmersión, de comunidad entre naturaleza y ser humano que
Topos nos propone.
La estructuración de
Topos en cuatro partes responde, asimismo, a las ideas expuestas en
Más allá de naturaleza y cultura, libro en el que se recoge que las relaciones de las comunidades humanas con el medioambiente que las rodea responden a cuatro patrones básicos. Estas cuatro partes son
Objets animés,
Les êtres du rêve,
Analogies y
Nature. Así, cada una de ellas explicitaría musicalmente los patrones de nuestro comportamiento descritos por Descola; en primer lugar, con procesos energéticos que individualizan al ensemble surgiendo desde un entramado acusmático; posteriormente, con una fusión espectral del octeto instrumental; para acabar con confrontaciones entre las secciones de vientos y cuerdas contra la percusión, y oleadas finales en las que las energías alcanzan y abandonan clímax de inspiración orquestal por el volumen de los efectivos de percusión desplegados.
Con su propuesta, Jean-Luc Hervé pretende que el público desarrolle una conciencia política de cómo cada uno de nosotros definimos la topología medioambiental que nos rodea, haciéndolo con una música en la que son más las buenas intenciones que los logros estéticos y en la que se intuye que falta mucho del aparato dramatúrgico y de la situación contextual para que, de forma autónoma, como aquí la escuchamos, llegue a producir concientización alguna.
Cierra el disco de Jean-Luc Hervé su cuarteto
Au dehors (2008), una partitura compuesta para una plantilla tan significativa en Francia como la de clarinete, violín, violonchelo y piano: aquélla de la que dispuso Olivier Messiaen durante su cautiverio durante la Segunda Guerra Mundial para producir ese monumento que fue y sigue siendo su
Quatuor pour la Fin du Temps (1940-41).
Au dehors se mueve por unos derroteros muy distintos, pues el propio Hervé pretendía con su obra eludir cualquier forma rítmica, matérica, melódica, armónica o gestual. Dinamitados, por tanto, los recursos y los procesos que, por antonomasia, han basado la construcción musical en Occidente a lo largo de los últimos siglos, ¿qué nos queda para poder componer hoy en día? Pues, según Jean-Luc Hervé, apenas unos pocos arquetipos sonoros, como la repetición o los vínculos cromáticos de unos sonidos con los otros: las dos bases desde cuyo desarrollo en el tiempo (los once minutos que dura la interpretación de L'Itinéraire) se va formando la cadena de materiales y formas, a través de lo que el propio Hervé dice la interacción natural de los elementos musicales (llegando, por momentos, a ecos del virtuosismo decimonónico en el piano, lo que nos lleva a preguntarnos si era necesaria tal aniquilación de partida para arribar a semejantes metas).
En un nuevo símil vegetal, Jean-Luc Hervé sostiene que la proliferación de esos nuevos materiales y vínculos entre los instrumentos del cuarteto se expandiría como las raíces de las plantas, en una germinación que, como si éstas ocupasen una superficie previamente desértica, va haciendo florecer el terreno baldío, poniendo en primer plano la importancia y la labor de lo temporal en la música. Un fuerte salto en esa temporalidad (como en la dialéctica previamente tendida entre los instrumentos) se produce en lo que Guy Lelong denomina coda de
Au dehors, en la que clarinetista, violinista y violonchelista activan sus reproductores MP3 conectados a altavoces portátiles que interactúan con el piano, densificando unos materiales que, finalmente, crepitan cual jardín electroacústico.
Tanto en
Au dehors como en las dos anteriores partituras las interpretaciones del ensemble L'Itinéraire, bajo la dirección de Léo Margue, se antojan realmente notables, prestando gran atención al refinamiento microtonal con el que Jean-Luc Hervé desarrolla sus planteamientos postespectrales, así como a una vivencia del espacio que multiplica la complejidad en las relaciones dentro del ensemble, aunque esto sea algo que, en una edición estereofónica como ésta de Kairos, se intuye, más que se vive.
Rafał Zapała: No Meaning Detected;
Introverts’ Collective;
Judge Me Again;
Futility;
Scrolling to Zero. Ania Karpowicz, flauta. Kamil Staniczek, violín. Lilianna Krych, Philips Philicorda. Hashtag Ensemble. Wojciech Błażejczyk y Rafał Zapała, productores. Wojciech Błażejczyk y Kosma Standera, ingenieros de sonido. Un CD DDD de 63:09 minutos de duración grabado en Varsovia (Polonia), en octubre de 2023.
KAIROS 0022036KAI.
Finalizamos nuestro recorrido por el mapa musical de Kairos viajando hacia el este de Europa, de donde es oriundo el más joven de los tres compositores que hoy visitan El Compositor Habla, el polaco Rafał Zapała (Kielce, 1975), profesor de electroacústica y composición en la Academia de Música de Poznan, y creador en el que las fronteras entre estilos musicales y distintas artes se desdibujan, apostando por una permeabilidad y una iconoclastia que lo acercan a las posiciones del Nuevo conceptualismo alemán, incluida la hipertrofia en lo musical de un aparato teórico que parece lastrar más la música que elevarla.
Entre sus principales axiomas, el (supuesto)
hecho de que la división entre intérpretes (en escena) y público (en el patio) de butacas perpetua modelos de explotación capitalista (sic), algo que tendría una vía de salida en la colaboración del público (producto de décadas de alienación capitalista, no lo olvidemos) por medio de la interacción en el proceso de finalización de las piezas musicales a través de móviles y otros dispositivos informáticos (típicamente controlados por el poder capitalista, como el concierto, en su forma tradicional, era un ritual cotidiano en las sociedades comunistas, incluida la Polonia en la que Rafał Zapała nació hace casi medio siglo).
La primera partitura incluida en este compacto,
No Meaning Detected (2018), por esas coordenadas se mueve, dando la posibilidad al público de responder «Sí» o «No» a las preguntas que le formulan desde el escenario un violinista y un sintetizador parlante, adentrándose en el cuestionamiento de dicha relación activo-pasiva entre el intérprete y el oyente. Es una pena que cuestiones de tan alta enjundia no se hayan abordado con una música de más calado, pues (aunque con una factura estética muy diferente, más pobre y lineal), como en Bernhard Lang vuelve a primar lo mecánico y lo machacón, siendo muy posible que el público sí llegue a reconceptualizar los equilibrios en la sala de conciertos, pero abandonándola.
Con la obra para ensemble
Introverts’ Collective (2021) las cuestiones se amplían a nivel camerístico, pudiendo el público formular sus dudas y preguntas a través de móviles. Estas dudas se refieren a la soledad del oyente dentro de un colectivo, de ahí la referencia a la introversión en el título de una obra que vuelve a ser demasiado monótona, con una preferencia por el bucle y la reiteración que empieza a ser una marca lo suficientemente transversal a muchos compositores como para movernos a la preocupación por un atascamiento bastante generalizado de la creación musical en esta tercera década del siglo XXI; máxime, cuando ésta tira de los recursos informáticos, de la inteligencia artificial (¿no era suficiente con la natural?) o de argumentarios en los que resulta evidente que el peso del discurso ahoga a lo musical, de forma que en
Introverts’ Collective, cuando concluye, tenemos la sensación de seguir siendo esos seres introvertidos que, sin embargo, conservan en su memoria la suficiente cantidad de buena música como para discernir el grano de la paja, como es aquí el caso.
En
Introverts’ Collective destacaba en el ensemble la presencia de la flauta, con un marcado virtuosismo que se expande, acompañada de electrónica en vivo, a
Judge Me Again (2018), una partitura con innegables ecos de Salvatore Sciarrino y una sonoridad más introspectiva que la escuchada en las anteriores partituras. Basada en el empoderamiento de la mujer y en las campañas del movimiento
Me Too, estamos ante otro ejemplo (de una altura musical un poco mayor) de primacía del discurso sobre la música, que debería mostrar cómo la flautista, Ania Karpowicz, va ganando independencia y dejando de ser una víctima. Todo ello, con una interacción en la que el público, en concierto, puede tocar a la flautista, para así cuestionar las barreras que nos separan como seres humanos y la fragilidad/tensión de dicho contacto en nuestras sociedades insularmente digitalizadas (imaginamos que, todo ello, con un formulario de rigor en el que la tocada da su permiso a los tocadores para dicho tocamiento).
Compuesta para ensemble, electrónica y controladores móviles,
Futility (2020) está basada en los escritos de Eugene Thacker y en su habitual pesimismo existencial con respecto a la capacidad del ser humano para comprender la realidad de un mundo cada vez más complejo y asediado por todo tipo de catástrofes, tan complejas de predecir como de atajar (o sea, lo mismo que la humanidad lleva sufriendo desde su aparición en la tierra). Para dar forma a esa combinación de activismo y superación ante las catástrofes que expresa Eugene Thacker, Rafał Zapała trama tres capas en
Futility: la primera de ellas (el ensemble), representa las fuerzas activas contra esa degeneración de la situación planetaria (el «artivismo»); la segunda (la electrónica), remedaría en escena la violencia de dichos sistemas y desastres; mientras que la tercera (el público), maneja controladores a través de sus teléfonos móviles para modificar la capa electrónica, aunque, como señala el propio Zapała en sus notas, con escaso éxito y posibilidad de cambio (realismo puro, por tanto). De nuevo con primacía de lo discursivo sobre lo musical, la obra vuelve a adentrarse (como lo hacía Bernhard Lang) en lo que parecen verdaderas distopías musicales que poco invitan a ser habitadas; más bien, a la huida. El mantra reiterativo del ensemble acaba conformando lo que el compositor polaco dice una suerte de oración sin esperanza.
Cierra el disco de Rafał Zapała su obra para teclados y electrónica
Scrolling to Zero (2018), un nuevo ejemplo de interacción entre músicos y público, por medio de una meditación colectiva sobre la palabra «END», siendo invitados los oyentes a susurrar, cual canto budista, la palabra para que ésta se con-funda con los teclados Philips Philicorda y con la electrónica. El objetivo de todo ello (incluida una narración y un sonido instrumental de cutrelux ochentero) es que la comunidad social involucrada en cada representación de
Scrolling to Zero sea consciente de la degeneración colectiva en la que vivimos y del vacío al que están abocadas nuestras sociedades, sin que por ello debamos tener miedo al momento de colapso, pues el lugar de unas especies será ocupado por otras (sic).
Llegados a este punto, e independientemente de que se escuche la versión para un recinto consagrado (ejecutada con órganos) o para un recinto laico (ésta que en el disco de Kairos escuchamos, interpretada con teclados), la sensación es, efectivamente, la de habernos desplazado hacia el vacío, pero artístico, redundando, pese a que las interpretaciones parecen, todas ellas, muy solventes, en una esclerotización estética alarmante que, de nuevo, resulta contraproducente para el propio proceso de reflexión que Rafał Zapała nos propone, ya que seremos muchos los que, ante una calidad musical tan pobre, nos distanciemos del conjunto, pues las reflexiones biempensantes sobre civismo, ecología, derechos humanos, etc., son, por descontado, patrimonio de cualquier ser humano que en la actualidad tenga dos dedos de frente y cierta altura moral (es decir, cada vez menos en la esfera política dominante: esos que, en todo caso, jamás escucharán músicas como éstas, parte, como lo son, de la casta dirigente intelectualmente más ramplona e inculta que se recuerda).
A nivel de tomas de sonido y masterización, las tres ediciones son excelentes, como lo es la presentación de los compactos, que muestran la línea habitual del sello Kairos, con textos explicativos sobre cada partitura (buena parte de ellos, a cargo de los propios compositores o de expertos en sus respectivas obras), datos biográficos, ejemplos de partituras y fotografías, completando todo un panorama de la diversidad estilística que caracteriza a nuestro tiempo, con sus luces y sus sombras, incluida, aquí, una clara primacía del concepto sobre la forma, del discurso sobre la propia música, como ya hemos venido desgranando en cada edición.
Que el 2025 sea, al respecto, más propicio. Les deseamos un venturoso año para todos y unas felices fiestas repletas de buena música que mueva tanto al placer estético como a la reflexión.
© Paco Yáñez, diciembre de 2024
Más información en la página web del sello
Kairos.