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Desinhibición y reflexión
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ERES HOLZ
DEATH. MACH. Ein Mensch erkennt, dass er nie Mensch war.
Ingólfur Vilhjálmsson, Laurent Bruttin, clarinetes bajos. Florian Juncker, trombón. Eres Holz, electronica. E-MEX Ensemble.
NEOS
En abril de 2023 nos ocupábamos en esta revista del primer monográfico publicado por NEOS de la obra del compositor israelí Eres Holz (1977). Entonces, titulábamos la
reseña aludiendo a dos calificativos que resumían, en no poca medida, su proceder: desinhibición y reflexión. Términos que vuelven a ponerse de relieve, por ejemplo, en una nueva reinterpretación de la pieza
MACH (2020), de múltiples personalidades instrumentales (hasta diez en la actualidad). Si en el aludido disco conocíamos realizaciones en el órgano y en el arpa, con el añadido del
live electronics, tenemos ahora la posibilidad de escucharla a través de los labios del trombonista Florian Juncker. Holz impulsó el ciclo durante la pandemia como meditación sonora sobre la soledad a partir del pensamiento de Arthur Schnitzler:
“Nunca podremos conectar plenamente con el otro, nunca nos entenderemos plenamente”.
Incluso en el aislamiento, el individuo / instrumento busca su sombra, el diálogo, aunque tantas veces este conlleve desacuerdos; réplica que es dada por la electrónica. Sin embargo, en esta versión de
MACH, más que un debate a dos, la voz del trombón de Juncker y la electrónica conforman desde el inicio un solo cuerpo; pareciera -siguiendo con las derivas poéticas de la composición- como si ambos se mimetizaran para dar la batalla, como si tal vez, se hubieran encontrado en un espacio anterior y las disyuntivas hubieran sido resueltas.
La música tiene una plasticidad característica; pese a ser tumultuosa e incluso feroz, Holz no pretende abrumar en la escucha, no busca la confrontación. Incluso se diría que hay cierta épica, toda vez que el trombón es tratado como metal pesado y realiza invocaciones características, llamadas repetidas que son ampliadas por unos efectos sonoros digitales que buscan ser una especie de galaxia del emisor acústico.
DEATH (2023) es una composición todavía más importante e impactante, dos clarinetes bajos (Vilhjálmsson y Bruttin) expuestos a un farrago electroacústico que ahora sí es radicalmente tormentoso. El título de la obra no engaña, es una contienda de la que nadie va a salir indemne. En version de concierto, su autor ha previsto una pequeña instalación lumínica con efectos estroboscópicos y niebla. Holz trabaja la materia sin rehuir cierta dosis de efectismo (en los sonidos eruptivos de los instrumentos) y sin desdeñar una organicidad característica.
DEATH se abre con texturas que dirigen nuestro pensamiento a la música saturada para, en seguida, abrazar un contingente dramático sin medias tintas, la partitura fue estrenada poco antes del estallido de la Guerra de Gaza.
Ein Mensch erkennt, dass er nie Mensch war (
Una persona se da cuenta de que nunca fue humana) se basa en el libro
La sociedad de los supervivientes, de Svenja Goltermann, sobre los retornados de la Guerra alemanes y sus experiencias de violencia. Su firmante, hijo de un superviviente del Holocausto, realiza con esta música un ejercicio de ponerse en el lugar del otro. El E-MEX Ensemble empasta un heterogéneo conjunto de timbres que se desenvuelven ásperos e inmersos en un caos controlado; no es una obra sencilla en ningún instante (y se desarrolla durante 27 fragorosos minutos). El compositor busca la desorientación de los músicos y, con ello, también del auditor que se ve adherido a una música voluminosa de contornos nada definidos. La electronica en vivo (y la proyección de textos en situación de concierto) propone capas y capas de paranoia; se trata entonces de una gozosa ceremonia de la confusion interpretada con furia y, a la vez, se ha de insistir en ello, con una extrañísima musicalidad marca de la casa.
Piedra de toque
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TRIO CATCH: ‘GASSENHAUER’
Obras de Urquiza, Terranova, Rataj, Djordjevic, Kranebitter, Glojnaric y Schüttler.
Trio Catch (Boglárka Pecze, clarinet. Martin Adámek, clarinet. Eva Boesch, violonchelo. Sun-Young Nam, piano).
bastille musique
Vuelve el Trio Catch a bastille musique después de un primer disco,
As if, con composiciones de Staud, Rihm y Pesson, entre otros, y tras haber recientemente fijado en un álbum consagrado a Helmut Lachenmann la piedra de toque del repertorio para trío con clarinete contemporáneo,
Allegro sostenuto. Este
Gassenhauer hace una referencia al
Op. 11 de Beethoven no sustanciada en el contenido, toda vez que la famosa obra de repertorio no ha sido grabada aquí, tomando el sentido de lo que los ingleses llaman un ‘Easter egg’. Según explica en las nutridas notas del álbum la violonchelista Eva Boesch, “el final de la obra de Martin Schüttler,
low poly rose, indica que el clarinete y el violonchelo han de tocar el final de la anterior pieza interpretada durante un máximo de 15 segundos. Así que, antes de grabarla, en el estudio, nosotros interpretamos la partitura de Beethoven”. Es justo la pieza de Schüttler una de las más apreciables de esta muy plural colección de páginas dedicadas / encargadas por el Trio Catch.
El espíritu de Kagel es cada vez más revivido por nuevas generaciones de compositores germanos tamizado por un sentido casi pop o naïve; esta low poly rose con sus pequeños altavoces acompañando al trío y con una expresividad reducida, casi de caja de música en algunos pasajes, deviene en un artefacto de escucha encantador que no renuncia a un tono experimental por cuanto que su estética no se sustancia con claridad; en su ambivalencia e indefinición reside buena parte de su logrado impacto.
En este ir desmenuzando las proposiciones (aproximadamente en orden de interés) la propuesta de Daniela Terranova,
flowers endlessly open, casi entroncaría con un reduccionismo británico (escuela Apartment House) de nuevo cuño. Música lacónica, que avanza muy gradualmente entre multifónicos y sonidos tenidos (agigantados por la colocación de
e-bows sobre el arpa del piano) y que se atiende con enorme interés. La voz de Jakub Rataj en
IOI – Interludium. Origin’s Ichor es más agitada por mecanicista. El compositor checo piensa la conjunción de los tres instrumentos como un motor que exhalara una música esencialmente rítmica cuyos parámetros son continuamente transformados. Los músicos del Catch logran con partituras del calado de las comentadas elevar el interés de sus programas muy por encima del orgánico que es punto de partida. Sin duda también con el esmero en su ejecución y presentación. De Milica Djordjevic es la pieza más extensa y febril,
Pod vodom raskršća snova (
Encrucijada submarina de sueños). La serbia encamina todo a esa profundidad abisal a la que alude, por lo que los últimos minutos serán dominados por los registros bajos. Antes, el sueño no será plácido; es esta música de un expresionismo lacerante que no lima ningún contorno; tornándose violenta y arrebatada. Mikel Urquiza, en
Pièges de neige, quiere reivindicarse como compositor de herencia francesa (Pesson, Aperghis) y le puede cierto academicismo (división en cinco movimientos); la escritura es refinada, diáfana en cuanto a intenciones expresivas, culminando en un último capítulo que violenta lo discursivo y lo tímbrico dando carta blanca a la educada humorada. Matthias Kranebitter concibe
whirl & pendulum como un estudio entre la evaporación y la condensación, una continua alteración de gases que traspasa a los instrumentistas con indicaciones precisas. Arranca
sugarcoating #2, de Sara Glojnaric, en el piano preparado; sigue luego la narración vehemente que la caracteriza; partitura intrascendente y vistosa, jugosa en texturas granuladas y con un acento electrónico en la secuencia final que la hace aún más precipitada. La perseguida variedad estilística es ampliamente lograda, este
Gassenhauer da sobrados motivos para volver a él (o a parte del mismo) y ofrece una sana sensación de directo, de estar yendo de un lado a otro con los solistas del Catch.
Rara avis
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NIMIKRY
Bid of Paradise.
Nimikry (Alessandro Baticci, flauta; Rafal Zalech, viola). Klangforum Wien. Johannes Kalitzke, Bas Wiegers, directores.
KAIROS
La idea de grupo compositivo en la historia de la música contemporánea no ha sido la más copiosa posible. Se pueden rememorar escuelas e incluso agrupaciones, pero no deja de ser una rara avis. Escrito así en mayúsculas, NIMIKRY, genera cierta expectativa sobre todo tratándose de un disco del sello KAIROS. ¿Quién hay detrás y ante qué clase de proposición estamos? El flautista Alessandro Baticci y el viola Rafal Zalech se agazapan tras el nombre, que parece ser una palabra inventada que remite al concepto biológico de mimetismo; es decir la imitación de una especie sobre otra. A partir de ahí ya tenemos algo. NIMIKRY es un dúo acústico y electrónico que imita y manipula sonidos. En el álbum ambos músicos están como intérpretes / autores (caso de
Narcomancy) y también como compositores de dos amplias obras escritas para el Klangforum Wien. La segunda de ellas, que titula el disco,
Bird of Paradise (2020-21), es la más espectacular. Y sí, aceptemos que la espectacularidad del sonido y de su ejecución forma parte del tono. También hay un festín del timbre; pasan demasiadas cosas en esta música para ser acotadas en un texto. La imaginación de Baticci y Zalech busca un desbordamiento de la expresión; oímos una amalgama de sonidos digitales y acústicos que remiten (asumamos que aquí comienza la ensoñación) a un paisaje sonoro selvático plagado de improbables criaturas futuristas.
El Pájaro del paraíso trina y burbujea pero, desde luego, no es ningún ave, no de este mundo. Y conforme la partitura avanza la música se torna más rítmica e invasiva; hay un sustrato pop en esta propuesta que no la hace descabalgar, antes al contrario le aporta una pátina de novedad. Objetemos que, como se comprobará, el dúo NIMIKRY tiende a dirigir la música a un estado neurótico que la convierte en juiciosamente dosificable. Hacia el cuarto de hora, en
Bird of Paradise surge una pulsación -muy
technoide, cristalino IDM [también habrá en el final vocalizaciones pringosas en modo ASMR]- que encabalga con una secuencia percutiva efectista que nos despeina. Imaginamos que la audición en vivo de esta música debe alcanzar una cota de teatralidad y virtuosismo verdaderamente sugerente.
Rhizomatic Studies (2023) resulta algo empachosa porque NIMIKRY busca con denuedo una abolición del discurso encaminado al caos, o a la falsa sensación de este. La electrónica está tan presente como en la pieza anterior pero si en aquella ocupaba un papel protagónico por sí misma, como si se tratara de un solista, ahora se aborda como una extensión de los instrumentos; la sonoridad es compacta y no deja de vacilar, de moverse en todas direcciones. Hacia la mitad acaece un cataclismo tras el que aparece una humorística referencia a
La Valquiria, de Wagner, cuyo leitmotiv propiciará nuevo material que seguir manipulando. Los integrantes del Klangforum se acercan a estas piezas con la misma seriedad con la que habrían interpretado a, pongamos, Lachenmann. También lo hacen con ellos, los dos directores (de peso) implicados: Bas Wiegers y Johannes Kalitzke. En medio de ambas, NIMIKRY interpreta la camerística
Narcomancy (2018-19). Dividida en siete movimientos para flauta y viola con
live electronics, es, en su conjunto, una obra menos convincente que pretende ser un tanteo aproximativo de estados de ánimo (a menudo, más implosivos que contemplativos). Aún así mucho de lo que en ella se constata de forma más desnuda se advierte, de forma más trabajada, en las composiciones para ensemble; la idiosincrasia de NIMIKRY como asociación experimental queda entonces perfectamente explicada (y disfrutada) en ellas.
Más información en el
Atelier de Ismael G. Cabral