
Dramaticidad envolvente

MICHELLE LOU
Near Distant.
Ensemble Inverspace. line up line percussion. scapegoat. Distractfold. Ensemble 2e2m. WasteLAnd. Trio K/D/M. gnarwhallaby.
KAIROS
Los primeros minutos de la obra que inaugura el primero de estos tres discos compactos dedicados a la compositora Michelle Lou (1975) nos introducen en un espacio inerte, mortecino que, poco después, manteniendo el mismo tono, se nos revelará como un entorno industrial, en el que pareciéramos oyentes invisibles ante el proceder mecánico de unos obreros que ejecutan ruidosos y reiterados procesos. La pieza
near distant (2021) está escrita para flauta baja, saxo tenor, piano, percusión y electrónica. Es esta última la que ahorma a los instrumentos, la que da razón de ser a una dramaticidad que, se diría, envolvente. Es este un extraño y tal vez hasta inquietante lugar en el que nos introducimos. Aunque Lou es una autora formada académicamente y agasajada con diversas distinciones (de todo ello da cuenta el libreto, como si se precisara convencernos de algo) su música, ya en este primer contacto con ella, parece cercana. Lo es en tanto que esculpe una atmósfera cinematográfica, sombría sí, pero resonante y hasta -no hay contradicción en ello- confortable cuando nos habituamos a su oscuridad. En el trío para percusión y electrónica
molt (2019) la compositora estadounidense se detiene en el cincelado de un sonido complejo que explora concienzudamente y sobre el que apenas acaece transformación. Le interesa la rugosidad de la textura y el pulso constante digital que acelera y desacelera; vuelve a producirse la sensación de un tiempo detenido. Por más de media hora se extiende
Opal (2018), para saxo, percusión y electrónica. Lou anticipa desde los primeros segundos su ánimo, pieza cercana al
sound art, acaricia en ella una idea de inaudibilidad en un contexto que vuelve a ser intrigante. En medio de sutiles chisporroteos, chirridos y clics, el saxo ejecuta una cantinela llena de silencios que pareciera provenir desde la distancia. Con la conclusión del primer álbum se constata, por la imprevisibilidad del material y la fuerza comunicativa de este, que estamos ante uno de los discos de Kairos más importantes de su catálogo reciente. Las dos piezas que componen el díptico
heart/lung (2016-17) están algo menos pulidas, y su grabación (en directo) no es la mejor; no se alcanza a comprender si la suciedad sónica que desprenden es firmemente prevista o colabora a ella una acústica del espacio en exceso reverberante. En
Telegrams (2017) para clarinete bajo y electrónica se plantea, inicialmente, un discurso apaciguado y lacónico, pero más tarde las transformaciones de la electrónica, que casi totalizan el último segmento, devolverán un efecto de amenaza. En un río de conjuntos especializados en música del rabioso presente, el clásico (en la línea de su asentada trayectoria y repertorio contemporáneo) Ensemble 2e2m, dirigido por Pierre Roullier, aborda
Burial (2017). Y aunque sus primeros minutos no desdicen nada de lo escuchado hasta entonces lo que vendrá después acercan a Lou a las inquietudes de una compositora como Liza Lim. El grupo, integrado por cuerdas, metales, guitarra eléctrica, acordeón y percusión, alcanza -alrededor del minuto 4’- un pasaje en el que respira al unísono, pesadamente; la estrategia sigue siendo conocida y convincente, no así lo que está a punto de suceder. En medio de una turbia textura polifónica se intuye un digderidoo (en realidad, un percusionista imitando los sonidos del instrumento aborigen). El orgánico, decididamente modernista (y europeísta) se transforma en otro sin cambiar el instrumental; de repente podríamos estar oyendo a la Orquesta Experimental de Instrumentos Nativos (OEIN). A Lou no le interesa en absoluto la direccionalidad, el sonido pasa ante nosotros
in media res; quiere que escuchemos, presentarnos su hallazgo, no contar ninguna historia. Sin embargo, la pieza muta en un ritual de voces animales, los solistas, mediante sus objetos instrumentales, graznan y cantan como pájaros. Hay una evidente tentación provocadora en la partitura, pero esta no va en contra de su efecto, de la potencia brusca que desprende. En el tercer y último disco,
crocodiles (2015) destaca por ser la adición más brutalista de la colección. La formación WasteLAnd se encarga de sacar adelante esta pieza correosa y desnuda, en la que se busca un feísmo cultural que, si se participa del mismo, puede resultar atractivo. No hay intención alguna de asemejarse a los mejores esbozos de la música saturada; Lou no comparte similares inquietudes tímbricas; en todo caso es esta la creación más afín al
noise y a una aproximación a la improvisación libre, por más que se trate de una partitura en la que los eventos están todos anticipados. Similar reflexión despierta la audición de las dos obras que cierran el monográfico:
Sections 1-20 (2015), para guitarra eléctrica y violonchelo, y
untitled three part construction (2014) para acordeón y dos percusionistas. Por tratarse de las páginas más antiguas aquí recogidas se observa cómo Lou, por medio de la electrónica y de un virado en su lenguaje, se fue distanciando de esta estética más espartana y estridente; de la que la citada
crocodiles es la mejor representante.
Tiempo suspendido

ELNAZ SEYEDI
A Sun of One’s Own.
Zöllner-Roche-Duo. Trio Aventure. Ensemble Musikfabrik. Kommas Ensemble.
Wergo
El cuadro
Solen, de Edvard Munch, inspiró a la compositora iraní Elnaz Seyedi (1982) la escritura de la obra que da título a este álbum retrato,
a sun of one’s own (2018-22), para clarinete bajo fagot, trompa, violín, viola, violonchelo y contrabajo. El desconocido Kommas Ensemble hace un preciso trabajo -engrandecido por la magnífica grabación- con esta partitura importante por cuanto da pistas de una personalidad ya bien asentada. La obra es de una abstracción tonal extraña; aborda un tiempo suspendido en el que Seyedi construye una música fuertemente ambigua; en la que los eventos sonoros que suceden en primer plano tienen el mismo calado expresivo que la textura musical, que el humus en el que se sustenta la pieza. Esa premeditada ausencia de idea motora, de punto de partida, es la que agiganta el efecto en la escucha de una música sin origen ni destino, como un organismo vivo que simplemente viviera durante unos minutos ante nuestra atención y que, sencillamente, va a desvanecerse. Texturalmente, las aportaciones del clarinete bajo y de la trompa (tañida esta, en buena medida, mediante técnicas extendidas) se destacan con respecto al resto del ensemble. Igualmente relevante es
fragments inside (2020) cuyo orgánico se complejiza más: flauta, clarinete, trompa, piano, viola, contrabajo y 4 Harry Partch’s Canons. El Ensemble Musikfabrik, que ha reconstruido y posee réplicas de la mayoría de los instrumentos inventados por el excéntrico compositor norteamericano, expone esta música más turbulenta que la anteriormente referida pero poseedora de un aura singular, conferida por la sonoridad extravagante de los instrumentos de Partch. En su investigación a través de sonidos bruscos y esféricos (en las acciones del contrabajo, por ejemplo), Seyedi no parece estar lejos de la música para conjuntos de Scelsi, ya en el uso de los glissandos y por una coloración más bien mate, como si todo destilara una convincente oscuridad con algunos puntos de anclaje (reiteraciones) que facilitan la audición. Por voluntad propia, Seyedi no entiende su quehacer como creación pura, es decir desgajada de un compromiso personal con sus pensamientos, que mucho tienen que ver con el entorno geográfico del que proviene. Felizmente esto no tiene -no en las obras que nos ofrecen en este disco- una traslación directa; esto es, más allá del impulso político/social la música se despliega libre de referencias textuales. En
absolute snow (2021), el Trio Aventure (clarinete, trompa y violonchelo) enuncia unos primeros compases en los que se intuyen expresiones sonoras ajenas a la tradición centroeuropea (la autora creció en Teherán y vive en Alemania desde 2007). Cita entre sus influencias a Luigi Nono, Klaus Huber y Younghi Pagh-Paan; compositores que, a su vez, también alimentaron su obra de multitud de influencias exógenas. Esta es una obra de gestos parcos, de un esencialismo casi oriental (sin que asome ninguna esquirla exótica de aquella latitud) y de una serenidad que no es tal; pues la compositora no libra su música de un curioso sentido de amenaza. Se refiere, poéticamente, a la fragilidad de la nieve, aunque la imagen solo la hallemos al comprobar cómo muchos de los sonidos caen y desaparecen. Las dos páginas que abren el disco:
Nach neuen Meeren (2018) y
Sense of a possibility (2017), sendos dúos (clarinete y acordeón; arpa y violonchelo) son las más antiguas y también las que menos hablan por voz de la compositora; estudios de encuentro y desencuentro, de incardinación de texturas y de indagación en las posibilidades tímbricas y texturales de los instrumentos en liza.
Música concentrada

SARAH HENNIES
SOVT (Semi-Occluded Vocal Tract).
Richard Valitutto, piano.
elsewhere
Poco a poco vamos teniendo cada vez más noticias del quehacer de la compositora Sarah Hennies (1979). Reseñamos ahora esta reciente publicación del sello elsewhere que sigue a una previa (
Motor Tapes), igualmente recomendable en New World Records. Y escribe actualmente una obra de encargo para el próximo Donaueschinger Musiktage.
SOVT es el acrónimo de Tracto Vocal Semi-Ocluido, una referencia a una serie de ejercicios vocales que fortalecen la voz al ayudar a las cuerdas vocales a vibrar con mayor eficiencia. Por ejemplo, al cantar con una pajita en la boca (portada del álbum) se regula la presión del aire y se reduce la tensión de las cuerdas. Artista transgénero, Hennies conoció de este método en una clase sobre feminización de la voz lo que ha inspirado, hasta ahora, un tríptico de obras; preceden
Falsetto y
Contralto. Este prólogo explicativo tendrá una aplicación directa en la partitura pianística de 60 minutos; las cuerdas del piano han de ser amortiguadas con una masilla adhesiva lo que transformará el sonido obtenido, híbrido ahora entre el piano y la percusión. Esta alteración produce, además, una vibración simpática que poco tiene que ver con la que rápidamente podemos evocar de las obras para piano preparado de John Cage. Tampoco Hennies abordará su partitura como una exploración sistemática de las capacidades, ahora percutivas, del instrumento;
SOVT es una música concentrada que se va desenroscando a cámara lenta, dividida -acaso el único sesgo clásico de la obra- en grandes secciones fácilmente identificables. Richard Valitutto comienza de forma lenta y reiterativa, aparecen apaciguadas oleadas de notas que se dan inmutablemente antes de que, sobre ellas, se acometan cambios livianos. Cierto mecido feldmaniano en estos compases iniciales van a ser abolidos después por bloques de notas reiteradas y efectos llamativos, como toda una secuencia en la que el pianista pareciera estar desgranando escalas en un xilófono infantil. Tiene algo de prueba de resistencia para el solista, que ha de pasar de un afecto a su inmediato contrario, de sonidos que propician una sensación de pausa y recogimiento, a compulsivas repeticiones de una sola nota. Todo ello no hace descabalgar la obra en lo que respecta a la sensación de unicidad; todo parece perfectamente pensado como parte de un mismo plan en el que Hennies hubiera dispuesto algunos artefactos ciertamente sorpresivos, como un pasaje en el que el solista ha de pulsar el pedal del piano como si fuera el de un bombo a la vez que ejecuta notas agudas que, por la preparación del instrumento, suenan como si sobre el arpa hubiera un conjunto de
temple block. Se pierde, en la grabación, el ingrediente performativo de una creación en la que el intérprete ha de moverse alrededor del mueble, no solo desenvolviéndose como un virtuoso, también como un profuso conocedor de la mecanicidad del instrumento.