ISSN 2605-2318

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Donaueschinger Musiktage 2024 #3 El oráculo sigue bien engrasado


23/10/2024

Una crítica de Ismael G. Cabral para El Compositor Habla




La última jornada del Donaueschinger Musiktage arrancó pronto en la mañana en el Donauhalle con la presentación del SWR Vokalensemble, uno de los conjuntos más fieles a la cita. Comenzó de forma inesperada en el foyer, las voces del coro, espacializado por la Bartók Saal, intentaban generar un clima, imponer el tono de lo que iba a ser la pieza más larga de las tres anunciadas: On the Edge, de Claudia Jane Scroccaro, para seis solistas, coro y electrónica. Las intenciones de la compositora italiana eran elevadas; se trataba de proponer “un viaje sonoro inspirado en historias de mujeres destinadas a vivir al margen de la sociedad”. De ahí que, a lo largo de la extensa partitura, asomaran bosquejos de canciones de cura de países europeos y no solo. “Cuando conocí la naturaleza traumática de algunas de las experiencias de estas mujeres comprendí que no podían ser contadas, debía conectar con ellas a un nivel más profundo”, explica en las notas.

La base textual fortísimamente dramática acabó sobrepasando las buenas intenciones de Scroccaro. La música se dilataba con diversos juegos polifónicos, moviendo a los cantantes de diversa forma por la sala y amplificando sus voces con una electrónica que no acababa por aportar una sustancia duradera.  Se apreció el esfuerzo de todo el contingente movilizado para levantar esta música estéticamente muy basculante entre un modernismo escolástico y unos devaneos poco convincentes hacia territorios tonales colindantes con los del actual música coral báltica. Tal vez una revisión de la partitura concretizándola más y despojándola de farfolla tecnológica innecesaria pudieran ahormar algo esta obra a las inquietudes que la hicieron emerger.

Michael Finnissy es un compositor adscrito a la primera oleada de la nueva complejidad británica y en su catálogo tiene piezas tan relevantes para entender este posicionamiento como la monumental The History of Photography in Sound. La nueva obra que ha escrito por encargo del Musiktage, Was frag ich nach der Welt, es una creación que le identifica como compositor de una generación tristemente en retirada. Obra complejísima técnicamente hilada con textos de Andreas Gyphius y Leo Armenius sobre la guerra de los Treinta años, también se permite el autor inglés referencias apreciables al Musikalische Exequien de Heirinch Schütz, entre otras fuentes. Desde el inicio, con cada palabra de su título expuesta por las voces masculinas una por una, con total intencionalidad teatral, se vio a las claras que íbamos a situarnos ante una muestra más de pulcritud en la escritura, academicismo recio y formas de hacer clásicas de la música coral inglesa. Hubo algunas ventanas que se abrieron inesperadamente y que dieron mayor aire a la partitura, como reiteradas exposiciones en tono de lamentación del tenor, imprimiendo un sobrecogedor aire litúrgico. El Coro de la SWR, dirigido por Yuval Weinberg, tuvo ocasión de pormenorizado lucimiento en cada una de sus secciones haciendo recaer peso en distintos solistas.



En 2016 la obra orquestal Twist supuso una descarga eléctrica de muchos voltios en el concierto final del Musiktage. Su autor, el otrora hiper saturado Franck Bedrossian, volvía para presentar el que acabó siendo el trabajo más aventajado del programa, Feu sur moi, para 24 coralistas y electrónica. El compositor francés actúa sobre un texto poético de Arthur Rimbaud en el que encontró las condiciones ideales para su musicalización gracias a la fragmentación del mismo y a la multiplicación del ‘yo’; esto deriva en una creación fuertemente polifónica que recurre constantemente a juegos de oposición entre los solistas. Bedrossian sí otorga verdadera razón de ser a una electrónica energética que carga y descarga de energía constantemente al coro, espoleándolo, lanzándolo a pasajes de gran violencia, en la que los gritos, los bisbiseos y los cantos a boca cerrada forman parte de los ingredientes técnicos. También demostró saber perfectamente qué quería decir y cuánto precisaba para ello, la pieza apenas supera los diez minutos y, en su efectismo pero también en su poso de gran música, elevó el concierto y mereció la mayor ovación de cuantas esa mañana se llevó el SWR Vokalensemble.

Por más que Lydia Rilling esté interviniendo sobre el corazón del Musiktage para renovar ciertos vicios bien adheridos, los alemanes pueden llegar a resultar enormemente tozudos a veces con sus equivocaciones. Nos referimos a la entrega del Premio Karl-Sczuka de arte radiofónico, consistente en un extenso y burocrático acto no apto para no germanoparlantes. Sin embargo, en medio del mismo, se asiste a la escucha de las obras ganadoras; lo que deriva en la única ocasión del festival en el que la música para altavoces se convierte en protagonista (hecho este que quizás debería revisar la actual directora en pos de una mayor presencia de la música electrónica pura).
Reparemos entonces en la merecedora de la distinción; Revenant de Anna Friz. Esta conecta de una forma libérrima con la pieza de Carola Bauckholt para contrabajo y electrónica que se estrenó la anterior jornada (y la que nos referimos aquí); toda vez que, como aquella, también Friz se pregunta por los sonidos de lo que acontece bajo nuestros pies, también por la posibilidad de vivir bajo tierra cuando el aire de nuestro planeta ya no sea seguro y por las increíblemente inquietantes criaturas que pueblan el inframundo. El resultado es una larga composición llena de voces susurradas y crepitaciones que inexorablemente nos van haciendo viajar con los oídos más y más abajo; es entonces cuando la obra se convierte en un denso y pulsante muro de sonido en el que traquetean los graves, logrando un singular símil con algunas de las piezas que Jana Winderen consigue grabando con sus hidrófonos debajo del agua. La longitud de la composición le confiere un inequívoco deseo de que habitemos ese espacio sonoro subterráneo que nos es propuesto por Friz y su escucha espacializada en la oscuridad propició un estado meditativo entre lo placentero y lo acechante.

El desigual concierto de clausura del festival contó con un importante estreno absoluto de Chaya Czernowin: Unforeseen dusk: bones into wings, para seis voces, orquesta y electrónica. Si el mundo vive un momento convulso, la compositora ha decidido prescindir de retórica y de palabras para expresar un dolor que es inexpresable. Es una lectura posible, una solo entre las muchas que posibilita una pieza de esta envergadura. Las voces de los Neue Vocalsolisten (inmensos los agudos hirientes de Johanna Vargas y las vocalizaciones acres de Guillermo Anzorena) capitalizaron esta especie de ópera sobre el yo interior, sobre la voz humana como instrumento capaz de expresar sin palabras emociones profundas. La Orquesta de la SWR, dirigida por Vimbayi Kaziboni, generó una profunda mímesis entre las voces, la masa instrumental y la electrónica. Czernowin gana terreno en su música cuando la deja crecer sin excesivos desarrollos (caso de su obra maestra, HIDDEN, para cuarteto de cuerdas y electrónica), y esta es una de esas ocasiones en la que lo salvaje del planteamiento inicial no es desbocado; se busca la catarsis desde irrupciones solistas puntuales, como la del arpa en el extremo más agudo y desde las respiraciones de la orquesta en conjunción con las exhalaciones de los solistas vocales. Una música esta que es puro espíritu Donaueschingen y que nace llamada a pervivir.



No sabemos qué supone ser una compositora queer, Sara Glojnarić se reivindica así y lo grita, lo chilla más bien, en la obra que mereció el Premio de Composición de la Orquesta Sinfónica de la SWR: DING, DONG, DARLING!, para orquesta y electrónica. Una pieza efusiva, trepidante, bien urdida y en la que los instrumentos acaban perdiendo la batalla con una electrónica enloquecida que acaba derivando en una rave technoide. En concierto se disfruta viendo a los músicos a la pelea contra un tabique digital que amenaza con enterrarlos; es música decibélica y muy divertida. También es hija de su tiempo. En ese sentido el Donaueschinger Musiktage continúa siendo un oráculo para saber por dónde va la nueva música, gusten más o gusten menos los resultados que su radiografía arroje en cada edición. Más allá de la ovación precipitada que supone vérselas de repente con una obra con tanto punch, su visceralidad resulta superficial y su capacidad de atraer a oyentes no cultivados ni crecidos en la estela pop, dudosa. En parecida línea expresiva se movió REW • PLAY • FFWD, para orquesta y electrónica, de Francisco Alvarado, con un mayor trabajo de orquestación aunque bastante convencionalidad en el resultado; por más interpolaciones de la guitarra eléctrica y sonido vintage de músicas de películas en VHS el recuerdo de la rítmica quebradiza de Stravinsky era poderoso y aniquilante. Kaziboni defendió estas músicas como si fueran las mejores de las músicas, aunque comprendió que donde se la jugaba como invitado en esta función era con la sobresaliente aportación de Czernowin.
 



Ismael G. Cabral corresponsal de El Compositor Habla en Donaueschinger Musiktage 2024. Octubre 2024



Las fotos son de SWR/Ralf Brunner (1 y 2) y SWR/Astrid Karger (3)
 
 

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