Tras el que fue, en el año 2020, el primer monográfico de Liza Lim (Perth, 1966) en Kairos (0015020KAI), bajo el título Extinction Events and Dawn Chorus, vuelve la compositora australiana a lanzar un compacto en el sello vienés, y lo hace, nuevamente, con unos niveles de calidad, en cuanto a partitura, interpretación y grabación, que la mantienen como una de las compositoras más interesantes de nuestro tiempo: una de esas voces que ha de estar presente en toda programación musical que se precie, más allá de cupos, paridades o de cualquier otra ingeniería matemático-sociológica, pues lo que prima en Liza Lim es una rotunda calidad musical que se impone por sí sola y que trasciende las cuestiones de género o de ideología.
Frente a la habitual indagación tímbrica de Liza Lim, tan microscópica y construida sobre las derivaciones actualizadas de la musique concrète instrumentale lachenmanniana, la partitura que hoy nos ocupa, el enorme Annunciation Triptych (2019-22) para soprano y orquesta, nos sorprende por su cercanía a los modelos post-espectrales, mostrando la impronta que en la compositora de Perth tiene, destacadamente, Gérard Grisey, cuyos monumentales Espaces acoustiques (1974-85) insuflan vida al tríptico limniano, así como le abren una puerta al pasado, pues es a través de una combinación de procedimientos extendidos y espectralismo como Lim dialoga con la tradición, sumándose a esa corriente que, desde el propio Helmut Lachenmann a la música saturada francesa, recorre el mundo de la composición actual, en una búsqueda de reubicarse en los rizomas del lenguaje armónico, tras los años de más furibundo y militante ruidismo en la música de creación occidental; una cuestión, en todo caso, que ya se asomaba a las transculturales cinco óperas de Liza Lim (ésas que demuestran lo muy enraizada que la australiana está, asimismo, en la música europea): The Oresteia (1993), Moon Spirit Feasting (2000), The Navigator (2007) y Tree of Codes (2016), pieza, esta última, que explicita de forma muy evidente otra de las grandes preocupaciones de Liza Lim: la medioambiental. La última entrega de esta serie operística, Atlas of the Sky (2018), añade, sobre los anteriores aspectos, la querencia de Liza Lim por la integración de las comunidades sociales de diversa procedencia étnica y racial (ella misma es de origen chino, pero nacida en Australia) a la música más avanzada, demostrando, así, que no sólo de ruidos y notas ha de vivir la creación actual, sino de compromiso ético y moral.
Nos quedamos hoy, por tanto, con el lanzamiento en Kairos del polimórfico y sintético Annunciation Triptych, una partitura que vuelve a apostar por el diálogo entre pueblos y culturas, al viajar en sus páginas Liza Lim desde la Grecia arcaica, de la mano de Safo de Lesbos, al Islam, con Fátima az-Zahra (hija del profeta Mahoma); pasando por la religión cristiana, que Lim encarna en la figura de la Virgen María. Una mirada que comporta, asimismo, un enfoque feminista de la historia, frente a los modelos dominantes en los que ésta fue narrada a través de figuras masculinas: cuestión tan importante, siempre que se realice desde la altura artística que Liza Lim aquí lleva a cabo, con una pericia técnica y una poética que dan más verosimilitud y valor a cuanto subyace como argumentario sociológico tras la partitura.
La primera parte de este tríptico, Sappho/Bioluminescence, se expande a lo largo de 15 minutos y 14 segundos en los que el día y la noche pugnan entre sí, transfigurados en la orquesta y convertidos en una metáfora del olvido al que la historia es relegada, cuando se va alejando en el tiempo: una historia en la que resplandecen figuras icónicas, como la propia Safo de Lesbos, a cuya poesía aquí presta atención Liza Lim, además de a toda una serie de instrumentos, en sus formas modernas, que portan ecos de aquella Grecia arcaica, como la flauta, el arpa, el címbalo, la percusión o las trompas. Tanto éstos como los restante atriles de la orquesta manejan los recursos armónicos en un constante fluctuar de luminiscencias orgánicas que hacen que cualquier brillo se convierta, de forma totalmente lógica, en su propia sombra, expandiéndose y replegándose aquí la WDR Sinfonieorchester sobre sí misma una y otra vez.
Los contrastes entre auras post-espectrales que escuchamos a los metales en el noveno minuto de Sappho/Bioluminescence, punteadas por una percusión atávica y primigenia, también ponen sobre la mesa otra influencia insoslayable en Liza Lim: la de un compositor igualmente atento a las civilizaciones arcaicas y a la multiculturalidad, como Giacinto Scelsi (impronta insoslayable en el propio espectralismo). De Scelsi, como de Luigi Nono, le llega a Liza Lim en este tríptico la idea de un sonido que es, al mismo tiempo, estático y móvil: una suerte de historia suspendida, plasmática, que resplandece en los citados halos construidos con sobretonos.
De este modo, Annunciation Triptych tiene mucho que ver, ya desde el primer panel de este inmenso políptico, con un ritual de la anunciación, en sus más diversas formas, que van de lo pagano y de lo poético a lo religioso y trascendental, siempre con una mirada abierta por parte de la compositora australiana. Ello convierte al conjunto del tríptico en lo que Seth Brodsky define, en sus excelentes notas, como una reinvención del más venerable de los géneros orquestales: el del poema sinfónico, aunque, estrictamente —como también recuerda Brodsky—, no estemos ante una música definible como programática, sino ante una «saga» que podría ir mostrando la problemática de la mujer en la historia a través de una suerte de transmigración orquestal de sus tres protagonistas.
Siguiendo estas líneas maestras, la orquesta se convierte en un prisma que multiplica la luz emanada de cada una de estas mujeres; sucesivamente: Safo, María y Fátima, no sólo en cada uno de sus contextos históricos, sino en situaciones concretas que marcaron el curso de sus respectivas vidas: desde el erotismo y el trance alucinatorio de Safo, tan marcado por lo físico y la con-fusión entre lo humano y lo divino, al recorrido vital de la Virgen María, desde la Anunciación a la Pasión; para llegar, finalmente, a Fátima az-Zahra en el momento de su boda, fiesta en la que se une la alegría y el lamento, la revelación y la transmisión.
La visión que Liza Lim comparte en Annunciation Triptych de estos momentos históricos está intermediada por diversos textos: en el caso de Safo, por su fragmento número 94 (en la traducción de Anne Carson); en el de la Virgen María, por un verso recogido en el Codex Las Huelgas (c. 1325); mientras que para abordar la vida Fátima az-Zahra, Liza Lim toma un texto mucho más reciente, del año 1990, a cargo de la poetisa y artista franco-norteamericana (de origen libanés) Etel Adnan, fallecida el 14 de noviembre de 2021, poco antes de que Liza Lim comenzase a componer la última parte del tríptico: ese florecer de soprano y orquesta en el que, como sostenía Etel Adnan en sus luminosos versos, mientras se recite poesía, los oídos nunca morirán.
Antes, la segunda y más larga parte del tríptico, Mary/Transcendence after Trauma (con sus 17 minutos y 37 segundos de duración), procede al antes mencionado recorrido por los momentos más trascendentales y reveladores en la vida de la Virgen María, convirtiéndose este movimiento central en un deslumbrante ejemplo de manejo orquestal, tanto por el aquilatado conocimiento que Liza Lim demuestra de su recorrido histórico, como por la forma en que pasa del gran trazo sinfónico a formas camerísticas, sin perder un ápice de sentido estructural. Un buen ejemplo lo tenemos en el ecuador de Mary/Transcendence after Trauma, en el que, tras un grosor y una luminosidad dignos de Richard Wagner —los ecos de Das Rheingold (1851-54), por momentos, parecen literales—, la orquesta se reduce hasta una formación propia de un ensemble, con trompas, percusión y piano formando lo que Seth Brodsky define como «cadencia» en la que se generan continuos parciales en el registro agudo. Esa direccionalidad de lo armónico hacia la luz me ha recordado, de nuevo, a Richard Wagner, en el decimotercer minuto de este movimiento, con su luminosidad tan próxima al preludio de Lohengrin (1845-48), aunque Brodsky se refiera, en diversas ocasiones, a acordes de séptima procedentes de Tristan und Isolde (1855-65), ópera a través de la cual se convoca la unión del amor y la muerte; en Mary/Transcendence after Trauma, de tipo materno-filial.
Como antes mencionamos, en la partitura incluye Liza Lim fragmentos del Codex Las Huelgas, citando el Apocalipsis y la caída de las estrellas desde el cielo: pasaje que vuelve a alterar por completo la armonía de Mary/Transcendence after Trauma, así como refuerza las improntas espectrales, elevando el entramado orquestal a un volumen que Seth Brodsky define como «cósmico». Esa dimensión cósmica es el fruto de un trabajo minucioso de los acordes reforzados por una coloratura tímbrica fascinante. El colosal acorde del minuto 10:17 es una perfecta muestra de ello, llevado a su más luminosa explosividad, en un pasaje que me ha recordado (vinculación que quizás pueda resultar extraña, refiriéndonos a Liza Lim) a las partituras post-mahlerianas de Peter Ruzicka. Como el compositor alemán, Lim firma en este Annunciation Triptych todo un doctorado sobre la música germánica de la segunda mitad del siglo XIX, así como nos muestra cómo darle continuidad y sentido siglo y medio más tarde: una de las cuestiones más interesantes, reveladoras y disfrutables de este compacto.
Esas inesperadas influencias se multiplican en la tercera parte del tríptico, Fatimah/Jubilation of Flowers, la más breve del mismo, con sus 10 minutos y 37 segundos de duración, por lo que dichas improntas aparecen especialmente concentradas, así como arropando a la soprano norteamericana Emily Hindrichs, que hace aparición por primera vez en este tercer movimiento, para poner voz a los versos de Etel Adnan. A Fatimah/Jubilation of Flowers se asoman desde los sensuales cromatismos de un Olivier Messiaen a un uso de las fanfarrias de metales (en el final del tercer minuto) digno de Aaron Copland, o (en el comienzo de ese mismo minuto), un manejo de la cuerda grave cuyo fraseo casi parece extraído del Concierto para orquesta (1943, rev. 1945) de Béla Bartók.
Por lo que a la interpretaciones de las tres partes de Annunciation Triptych se refiere, éstas me han parecido excelentes, con una WDR Sinfonieorchester que se antoja una orquesta ideal para esta página, pues combina un buen dominio de las fuentes históricas a las que nos hemos referido a lo largo de esta reseña con su habitual excelencia en el repertorio contemporáneo. El director rumano Cristian Măcelaru, actual titular de la WDR Sinfonieorchester, lleva a cabo un trabajo exquisito en cuanto al manejo del color, de los volúmenes y de la sensualidad, convirtiendo a la orquesta renana en todo un caleidoscopio histórico-cromático. Es, por ello, que Annunciation Triptych se convierte en una nueva (y convincente) respuesta a la pregunta (actualmente tan transversal, como al principio de esta reseña señalamos) de cómo integrar tradición y modernidad en un aparato con tantas músicas a sus espaldas, como lo es el orquestal.
La impactante grabación del ingeniero Mark Hohn, efectuada en la propia Kölner Philharmonie, realza la impresión de colosal proceso de síntesis y excelencia que Annunciation Triptych nos ha transmitido en disco; un impacto al que se puede dar un contexto y un sentido más informados a través de las soberbias notas de Seth Brodsky, profesor asociado de la Universidad de Chicago, que en siete páginas desgrana estas partituras con una clarividencia digna de destacar, tanto los valores propiamente musicales de Annunciation Triptych como la importancia cultural, social e historiográfica que reflexiones musicales cobre el papel de la mujer en la historia tienen en esta ya tercera década del siglo XXI, cuyas puertas se abrieron mientras Liza Lim estaba componiendo éste que es, hasta la fecha, su mayor trabajo orquestal.